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CUADERNOS DE FILOSOFÍA




4. LAS CONCEPCIONES DE LA FILOSOFÍA

Una de las mejores formas de comprender la multitud de concepciones y de formas de entender la filosofía que existen es llevar a cabo un repaso de aquellos puntos de vista más conocidos y destacados que han tenido lugar a lo largo de la historia. De esta manera se podrá entender fácilmente que no es correcto hablar de "Filosofía", sino de "filosofías", en plural.

Esta exposición de modos de ver la filosofía no se ajusta a un orden cronológico estricto, aunque este tampoco debe ser pasado por alto en la medida en que algunas concepciones filosóficas han surgido como respuesta a otras ya existentes, bien para complementarlas o bien para derrumbarlas. Comenzaremos examinando con más detalle los dos modos de ver la filosofía presentados en la introducción, filosofía como un tipo de saber y filosofía como actitud:

La filosofía como un tipo de saber , como un tipo de conocimiento especial, es una de las concepciones clásicas de la filosofía, así como una de las más antiguas. Este modo de entender la filosofía, que vemos ejemplificado en Platón y Aristóteles no excluye el aspecto práctico del pensamiento, antes al contrario, la filosofía es condición previa para el progreso y la mejora tanto del individuo como de la ciudad. Pero si esto es así es debido a que se trata de un tipo de conocimiento más verdadero o más profundo que los demás. En el siguiente texto de Aristóteles podemos apreciar esa jerarquía de conocimientos y la constatación de la necesidad de dedicarse al conocimiento superior.

"Partiendo del supuesto de que el saber es una de las cosas más valiosas y dignas de estima y que ciertos saberes son superiores a otros bien por su rigor bien por ocuparse de objetos mejores y más admirables, por uno y otro motivo deberíamos con justicia colocar entre las primeras las investigaciones en torno al alma. Más aún, parece que el conocimiento de ésta contribuye notablemente al conjunto del saber y muy especialmente al que se refiere a la Naturaleza."

De anima , Aristóteles

La filosofía como actitud supone una visión mucho más amplia y por ello difusa de lo que pueda ser filosofía. Esta es vista como un querer ir más allá del conocimiento del momento, un continuo preguntarse en un intento de superar los límites presentes. Ante esta concepción de la filosofía cualquier conocimiento, objeto, acción o actitud puede ser objeto de la reflexión filosófica, que se caracterizaría precisamente por su flexibilidad y su apertura a todo lo ya conocido con vistas a superarlo (o a fundamentarlo con mayor profundidad, si cabe). La concepción de la filosofía propia del período helenístico (que comienza en el año 323 a. C., fecha de la muerte de Aristóteles y que llega hasta el siglo II d. C., y en el que se incluyen filósofos como Epicuro o corrientes como el estoicismo y el escepticismo) podriá ser considerada un ejemplo de este punto de vista en la medida en que la filosofía es un modo de vida y como tal, impregna cada aspecto de la existencia

Tan antigua como las dos posturas anteriores es la consideración de la filosofía como una actividad inútil e incluso perniciosa, válida en todo caso como una distracción infantil o mero pasatiempo, pero en ningún caso como algo productivo o de valor, o que reporte algún beneficio para la sociedad. Platón, por medio del personaje de Calicles, reproduce este modo de pensar:

"Ciertamente, viendo la filosofía en un joven me complazco, me parece adecuado y considero que este hombre es un ser libre; por el contrario, el que no filosofa me parece servil e incapaz de estimarse jamás digno de algo bello y generoso. Pero, en cambio, cuando veo a un hombre de edad que aún filosofa y que no renuncia a ello, creo, Sócrates, que este hombre debe ser azotado. Pues, como acabo de decir, le sucede a éste, por bien dotado que esté, que pierde su condición de hombre al huir de los lugares frecuentados de la ciudad, y de "las asambleas donde, como dijo el poeta, los hombres se hacen ilustres", y al vivir el resto de su vida oculto en un rincón, susurrando con tres o cuatro jovenzuelos sin producir jamás nada noble, grande y conveniente. "

Gorgias , Platón

Muy pronto en la historia del pensamiento occidental, pero especialmente en el periodo medieval, se considera la filosofía en relación con la fe, bien como un sustitutivo de ésta, o bien como un complemento de la misma, o en ocasiones se la considera incluso como algo negativo, al menos eso es fácilmente deducible de la famosa expresión "Credo quia absurdum" (creo porque es absurdo), que en el siglo II d. C. recoge el pensamiento de Tertuliano. Esto último, no obstante, no será muy frecuente. A menudo encontramos que la filosofía y la razón juegan un papel, si bien inferior, en su relación con la fe. Se considera que la razón no es capaz de alcanzar la verdad por sí misma. Esta visión de la filosofía es recogida por Santo Tomás, entre otros.

"Aunque la citada verdad de la fe cristiana exceda la capacidad de la razón humana, no por eso las verdades racionales son contrarias a las verdades de la fe. Lo naturalmente innato en la razón es tan verdadero, que no hay posibilidad de pensar en su falsedad. Y menos aún es lícito creer falso lo que poseemos por la fe, ya que ha sido confirmado tan evidentemente por Dios."

Suma contra los gentiles , Santo Tomás de Aquino

A partir de la modernidad va cobrando fuerza una nueva forma de entender la filosofía que hace hincapié en el análisis de los límites y posibilidades del entendimiento humano .

Desde diferentes perspectivas, el empirismo inglés de filósofos como Hume, Locke o Berkeley, o el racionalismo propio de Descartes, la razón hace examen de sí misma como condición previa de todo conocer. Esta concepción de la filosofía alcanza su cumbre en la obra de Kant. El siguiente texto pertenece a dicho autor, y aunque excede en longitud a los fragmentos que hasta ahora han servido de ilustración, consideramos que merece la pena incluirlo pues nos muestra la situación en la que se encontraba la filosofía de su tiempo y cómo la crítica de la razón, el análisis de los límites del entendimiento, pretende dar respuesta a los problemas con los que la filosofía se había estado enfrentando.

"La razón humana tiene el destino singular, en uno de sus campos de conocimiento, de hallarse acosada por cuestiones que no puede rechazar por ser planteadas por la misma naturaleza de la razón, pero a las que tampoco puede responder por sobrepasar todas sus facultades.

La perplejidad en la que cae la razón no es debida a culpa suya alguna. Comienza con principios cuyo uso es inevitable en el curso de la experiencia, uso que se halla, a la vez, suficientemente justificado por esta misma experiencia. Con tales principios la razón se eleva cada vez más (como exige su propia naturaleza), llegando a condiciones progresivamente más remotas. Pero advirtiendo que de esta forma su tarea ha de quedar inacabada, ya que las cuestiones nunca se agotan, se ve obligada a recurrir a principios que sobrepasan todo posible uso empírico y que parecen, no obstante, tan libres de sospecha, que la misma razón ordinaria se halla de acuerdo con ellos. Es así como incurre en oscuridades y contradicciones. Y, aunque puede deducir que éstas se deben necesariamente a errores ocultos en algún lugar, no es capaz de detectarlos, ya que los principios que utiliza no reconocen contrastación empírica alguna por sobrepasar los límites de toda experiencia. El campo de batalla de estas inacabables disputas se llama metafísica.

Hubo un tiempo en que la metafísica recibía el nombre de reina de todas las ciencias y, si se toma el deseo por la realidad, bien merecía ese honroso título, dada la importancia prioritaria de su objeto. La moda actual, por el contrario, consiste en manifestar ante ella todo su desprecio. La matrona, rechazada y abandonada, se lamenta como Hécuba: modo maxima rerum, tot generis natisque potents -nunc trahor exul, inops-. (1)

Su dominio, bajo la administración de los dogmáticos, empezó siendo despótico. Pero, dado que la legislación llevaba todavía la huella de la antigua barbarie, tal dominio fue progresivamente degenerando, a consecuencia de guerras intestinas, en una completa anarquía; los escépticos, especie de nómadas que aborrecen todo asentamiento duradero, destruían de vez en cuando la unión social. Afortunadamente, su número era reducido. Por ello no pudieron impedir que los dogmáticos intentaran reconstruir una vez más dicha unión, aunque sin concordar entre sí mismos sobre ningún proyecto. Más recientemente pareció, por un momento, que una cierta fisiología del entendimiento humano (la del conocido Locke) iba a terminar con todas esas disputas y que se iba a resolver definitivamente la legitimidad de aquellas pretensiones. Ahora bien, aunque el origen de la supuesta reina se encontró en la plebeya experiencia común y se debió, por ello mismo, sospechar con fundamento de su arrogancia, el hecho de habérsele atribuido falsamente tal genealogía hizo que ella siguiera sosteniendo sus pretensiones. Por eso ha recaído todo, una vez más, en el anticuado y carcomido dogmatismo y, a consecuencia de ello, en el desprestigio del que se pretendía haber rescatado la ciencia. Ahora, tras haber ensayado en vano todos los métodos --según se piensa--, reina el hastío y el indiferentismo total, que engendran el caos y la noche en las ciencias, pero que constituyen, a la vez, el origen, o al menos el preludio, de una próxima transformación y clarificación de las mismas, después de que un celo mal aplicado las ha convertido en oscuras, confusas e inservibles

Es inútil la pretensión de fingir indiferencia frente a investigaciones cuyo objeto no puede ser indiferente a la naturaleza humana. Incluso esos supuestos indiferentistas, por mucho que se esfuercen en disfrazarse transformando el lenguaje de la escuela en habla popular, recaen inevitablemente, así que se ponen a pensar algo, en las afirmaciones metafísicas frente a las cuales ostentaban tanto desprecio. De todas formas, esa indiferencia, que se da en medio del florecimiento de todas las ciencias y que afecta precisamente a aquéllas cuyos conocimientos --de ser alcanzables por el hombre-- serían los últimos a los que éste renunciaría, representa un fenómeno digno de atención y reflexión. Es obvio que tal indiferencia no es efecto de la ligereza, sino del Juicio maduro de una época que no se contenta ya con un saber aparente; es, por una parte, un llamamiento a la razón para que de nuevo emprenda la más difícil de todas sus tareas, a saber, la del autoconocimiento y, por otra, para que instituya un tribunal que garantice sus pretensiones legítimas y que sea capaz de terminar con todas las arrogancias infundadas, no con afirmaciones de autoridad, sino con las leyes eternas e invariables que la razón posee. Semejante tribunal no es otro que la misma crítica de la razón pura.

No entiendo por tal crítica la de libros y sistemas, sino la de la facultad de la razón en general, en relación con los conocimientos a los que puede aspirar prescindiendo de toda experiencia. Se trata, pues, de decidir la posibilidad o imposibilidad de una metafísica en general y de señalar tanto las fuentes como la extensión y límites de la misma, todo ello a partir de principios.

Crítica de la Razón Pura (Prólogo a la primera edición), Inmanuel Kant

Más adelante surgirá con Hegel la concepción de la filosofía como racionalización y sistematización de una determinada época y de todas sus distintas manifestaciones, ya sea a nivel social, cultural, artístico, político, etc. La filosofía de un determinado momento de la historia es, en palabras de Hegel, "el reflejo de su tiempo expresado en pensamientos". En esta concepción la filosofía es algo desligado de la vida activa, su labor es la correcta y sistemática formulación de los acontecimientos una vez que estos han tenido lugar. Su propia filosofía es analizada en estos términos.

"La filosofía, porque es el sondeo de lo racional, justamente es la aprehensión de lo presente y de lo real, y no la indagación de un más allá que sabe Dios dónde estará. Así pues, este tratado, en cuanto contiene la ciencia del Estado, no debe ser otra cosa sino la tentativa de comprender y presentar al Estado como algo racional en sí. Como obra filosófica, está muy lejos de pretender estructurar un Estado tal y como "debe ser". Comprender lo que es, ésa es la tarea de la filosofía; porque lo que es, es la razón. Por lo que concierne al individuo, cada uno es, sin más, hijo de su tiempo; y, también, la filosofía es el propio tiempo aprehendido en el concepto. Es insensato pensar que alguna filosofía pueda anticiparse a su mundo presente. Al decir una palabra acerca de la teoría de cómo debe ser el mundo, surge en el tiempo, después de que la realidad ha cumplido su proceso de formación y está realizada. Cuando la filosofía pinta al claroscuro, ya un aspecto de la vida ha envejecido, y en la penumbra no se lo puede rejuvenecer, sino sólo reconocer; el búho de Minerva inicia su vuelo al caer el crepúsculo".

Fundamentos de la filosofía del derecho , Hegel

Como clara reacción a esta última postura surge la filosofía entendida esencialmente como un saber transformador , conforme con la famosa expresión de Marx "Los filósofos se han limitado a interpretar el mundo de distintos modos; de lo que se trata es de transformarlo", tal y como figura en sus Tesis sobre Feuerbach. Esta concepción, efectivamente, encuentra en Marx su máxima expresión. Por supuesto, y como ya se ha comentado, la influencia de la reflexión filosófica sobre la vida y el ámbito práctico quedó constatada ya en la antigua Grecia; nos referimos ahora a un modo de entender la filosofía que considera intrínseca a la misma la labor transformadora de la sociedad. Directamente ligada a esta concepción encontramos también la consideración de la filosofía como reflejo de la lucha política en el plano de la teoría.

Fruto de los acontecimientos históricos, así como de la evolución de la ciencia o de otros campos tales como el artístico, y debido también a los cambios internos en el propio desarrollo de la filosofía, el siglo XX conocerá una diversificación asombrosa de las distintas formas de entender la filosofía.

La experiencia del fracaso por parte de la filosofía para transformar la realidad lleva a la Escuela de Frankurt, por ejemplo, a considerar que la única labor legítima de la filosofía es la crítica. Filosofía como crítica de la cultura , debiendo permanecer alejada de la construcción de sistemas omniabarcantes al estilo hegeliano puesto que terminan por ser totalitarios en la imposición de su punto de vista, al cual todo debe reducirse.

"Si la filosofía es necesaria todavía, lo es entonces más que nunca como crítica, como resistencia contra la heteronomía que se extiende, como si fuese impotente intento del pensamiento permanecer dueño de sí mismo y convencer de error a la trama mitológica... Propio de ella sería, mientras no se la declare prohibida como en la Atenas cristianizadaa de la antgüedad tardía, crear asilo para la libertad."

Filosofía y superstición , Theodor Adorno

La filosofía de Nietzsche, por otro lado, en la medida en que gran parte de ella está dedicada a la crítica de la cultura de occidente, cuya crisis contribuye a acelerar, también podría incluirse en esta categoría; especialmente por su crítica de la moral o de la metafísica tradicional. Ya en Nietzsche, por lo tanto ya en el siglo XIX, aparece también una crítica del lenguaje con lo que enlazamos la siguiente concepción de la filosofía, que merece un punto propio.

La filosofía como análisis del lenguaje . Hasta el siglo XX, salvo en contadas ocasiones, la reflexión filosófica no se ha ocupado en profundidad del medio por el cual lleva a cabo su tarea: el lenguaje. Autores como Wittgenstein pasarán a considerar que los enigmas filosóficos no son sino enredos lingüístico, y que la única labor legítima de la filosofía es mostrar cómo se han producido tales enredos, aunque ello suponga su propia eliminación (en el sentido de que, una vez aclarados todos los malentendidos, la filosofía desaparecería). Esta manera de ver la filosofía afirma que los denominados generalmente "problemas filosóficos" son pseudoproblemas, callejones sin salida a los que lleva la falta de rigor de los que es necesario salir.

"El objeto de la filosofía es la aclaración lógica de pensamiento. Filosofía no es una teoría, sino una actividad. Una obra filosófica consiste esencialmente en elucidaciones. El resultado de la filosofía no son "proposiciones filosóficas", sino el esclarecerse de las proposiciones. La filosofía debe esclarecer y delimitar con precisión los pensamientos que de otro modo serían, por así decirlo, opacos o confusos".

"El verdadero método de la filosofía sería propiamente éste: no decir nada, sino aquello que se puede decir: es decir, las proposiciones de la ciencia natural -algo, pues, que no tiene nada que ver con la filosofía-; y siempre que alguien quisiera decir algo de carácter metafísico, demostrarle que no ha dado significado a ciertos signos de sus proposiciones"

Tractatus Logico-philosophicus , Ludwig Wittgenstein

Henri Bergson, por su parte, entiende la filosofía como actividad intuitiva de la vida interior , que es un tipo de realidad a la que el método científico no tiene acceso. Esta realidad se presenta fundamentalmente como duración. En esta concepción de la filosofía no puede haber mayor separación con respecto al objeto y al método científico. Su crítica del materialismo se acompañaba de una crítica premonitoria de la mecanización del espíritu que acompañaría, según afirmaba, al progreso tecnológico, lo cual dificultaría, en último término, el desarrollo de los seres humanos como seres sociales

"¿Qué clase de mundo tendríamos si este mecanismo se apoderase de la raza humana, y si los pueblos, en lugar de avanzar hacia una diversidad más rica y armoniosa, como hacen las personas, se confundieran en la uniformidad?"

Henri Bergson

Otra perspectiva distinta es aquella que define la filosofía en relación con la ciencia . Aquí encontramos muchas valoraciones distintas, de las cuales sólo podemos esbozar algunas de ellas (en cualquiera de ellas lo determinante será cómo es entendida y valorada la ciencia):

· En primer lugar podemos considerar el punto de vista que, observando el gran desarrollo de las ciencias particulares, afirma que éstas deben sustituir a la filosofía, convertida hoy en un mero jugo de palabras inútil. La filosofía, siguiendo esta línea, cumplió su labor en el pasado y, como madre de las ramas del saber que hoy se han convertido en disciplinas científicas, debe ser valorada y apreciada, pero en ningún caso debe pretender continuar sus pretensiones de conocer la realidad, puesto que sólo la ciencia está capacitada para ello.

· El filósofo Ayer, por su parte, también considera que la filosofía no es una ciencia, argumentando que lo que caracteriza a una ciencia es la capacidad de predecir y la conexión con la experiencia, rasgos que no siempre se han encontrado en la filosofía. Sin embargo, no por ello la filosofía se convierte en una labor inútil.

· Dadas las pretensiones de generalidad y de totalidad propias de la filosofía que ya mencionamos en la introducción, ha sido frecuente a lo largo de la historia asignar a la filosofía la labor de coordinadora o unificadora de las ciencias particulares, bien ordenando los resultados de estas o bien proporcionándoles un método de análisis. Francis Bacon, Fichte (para quien la filosofía es la "ciencia de las ciencias"), Auguste Comte y el Círculo de Viena, cuyo propósito explícito era lograr una "ciencia unificada", son ejemplos de esta forma de entender la filosofía.

Husserl, sin embargo, aunque afirma explícitamente que pretende construir una filosofía como ciencia estricta (por lo que podríamos situarlo en el punto anterior), merece una mención independiente pues él será el introductor del método fenomenológico, de amplia repercusión en la filosofía.

"Esta filosofía fenomenológica sería, no una ciencia de hechos, sino una "ciencia de esencias" (como una ciencia eidética); como una ciencica que quiere exclusivamente fijar "conocimiento de esencias", y no en absoluto hechos ".

Ideas para una fenomenología pura, Edmund Husserl

La filosofía de Husserl influyó notablemente en los denominados filósofos existencialistas, que entendían la filosofía como análisis y examen de la propia existencia , que se va realizando en dependencia del tiempo y del mundo. Autores como Kierkegaard, Sartre, Jaspers, Marcel, etc. se enmarcan en esta corriente y exigen la participación consciente de la persona en el proceso de su propia realización.

"Dostoievsky escribe: "Si Dios no existiera, todo estaría permitido". Este es el punto de partida del existencialismo. En efecto, todo está permitido si Dios no existe y, en consecuencia, el hombre está abandonado, porque no encuentra ni en sí ni fuera de sí una posibilidad de aferrarse. No encuentra ante todo excusas. Si, en efecto, la existencia precede a la esencia, no se podrá jamás explicar la referencia a una naturaleza humana dada y fija; dicho de otro modo, no hay determinismo, el hombre es libre, el hombre es libertad. Si, por otra parte, Dios no existe, no encontramos frente a nosotros valores u órdenes que legitimen nuestra conducta. Así, no tenemos ni detrás ni delante de nosotros, en el dominio luminoso de los valores, justificaciones o excusas. Estamos solos, sin excusas. Es lo que expresaré diciendo que el hombre está condenado a ser libre. Condenado, porque no se ha creado a sí mismo, y sin embargo, por otro lado, libre, porque una vez arrojado al mundo es responsable de todo lo que hace (...)
El existencialista no cree en el poder de la pasión. No pensará nunca que una bella pasión es un torrente devastador que conduce fatalmente al hombre a ciertos actos y que por consecuencia es una excusa; piensa que el hombre es responsable de su pasión. El existencialista tampoco pensará que el hombre puede encontrar socorro en un signo dado sobre la tierra que lo oriente; porque piensa que el hombre descifra por sí mismo el signo como prefiere. Piensa, pues, que el hombre, sin ningún apoyo ni socorro, está condenado a cada instante a inventar al hombre. Ponge ha dicho, en un artículo muy hermoso: "el hombre es el porvenir del hombre". Es perfectamente exacto. Sólo que si se entiende por esto que ese porvenir está inscrito en el cielo, que Dios lo ve, entonces es falso, pues ya no sería ni siquiera un porvenir. Si se entiende que, sea cual fuere el hombre que aparece, hay un porvenir por hacer, un porvenir virgen que lo espera, entonces es exacto".

El existencialismo es un humanismo , Jean Paul Sartre

La filosofía de Heidegger es también una filosofía existencialista, pero en lugar de pretender un análisis por parte del sujeto sobre sí mismo, la filosofía es entendida como búsqueda de las estructuras objetivas o las condiciones que hacen posible todo lo existente . Dado que lo que existe son entes, Heidegger comienza su estudio en torno al Ser, pretendiendo continuar de esa forma la búsqueda originaria que la filosofía tradicional griega comenzó y que había sido "olvidada" por los sistemas filosóficos posteriores durante la mayor parte de la historia.

Una última perspectiva es la que considera a la filosofía como una actividad cercana al arte o a la poesía , cuya misión sería la de representar o legitimar simbólicamente las creencias de una sociedad determinada en un momento dado. Se trata de una postura que hace muy problemática la cuestión de la verdad o el conocimiento, pues la filosofía, desde este punto de vista, no sería sino el producto de factores externos a ella y a los cuales pone voz.

Todas estas formas de entender la filosofía que hemos mencionado son sólo una muestra de las más significativas, pero existen muchas otras posibilidades: para Marcuse la filosofía es la cabeza en la lucha por la emancipación humana, el filósofo M. H. Fisch hace hincapié en la filosofía entendida como crítica de las instituciones, mientras que A. Watts considera que la filosofía debe ir en la dirección de un misticismo contemplativo.

Conviene recordar aquí lo que ya mencionamos en las "observaciones generales", pertenecientes al apartado "¿Qué es filosofía?": las múltiples concepciones de la filosofía no implican que cada una sea resultado del capricho personal de su creador. Existe una ligazón entre cada una de las concepciones filosóficas así como entre la filosofía y la sociedad y el momento histórico en el que aparece. En cada uno de los temas dedicados al pensamiento de un filósofo o de una corriente filosófica se mostrará esa relación.

 

NOTAS

(1) "Hasta hace poco la mayor de todas, poderosa entre tantos yernos e hijos, y ahora soy desterrada como una miserable", Ovidio, Metamorfosis (XIII, 508-510).


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© José Sánchez-Cerezo de la Fuente 2004


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