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2. LA EXPERIENCIA FILOSÓFICA
2.1.
Sobre el concepto de "experiencia" en general.
Qué
se entiende por "experiencia" es algo que no está
claramente delimitado y que tiene diversos significados
en función de la corriente filosófica
de la que partamos. Aquí tan sólo pretendemos
distinguir algunos modos de entender la experiencia
para mostrar la ambigüedad y apertura del término
y tener esto presente cuando hagamos alusión
a la forma específica de experiencia denominada
"experiencia filosófica".
La
experiencia puede entenderse como:
La aprehensión inmediata
por parte de un sujeto de una realidad, sea del tipo
que sea (un dolor, alegría, etc.). Se trataría
de un cierto modo de conocer previo a toda reflexión
sobre aquello que se conoce.
La aprehensión inmediata por medio
de los sentidos . En esta ocasión
la experiencia, siendo también individual e
inmediata como en el caso anterior, se limita a lo
ofrecido por los sentidos.
Aprendizaje , experiencia entendida
como enseñanza adquirida con la práctica.
Aquí tienen cabida la experiencia de un oficio,
o la experiencia de la vida
Confirmación empírica
de los juicios sobre el mundo por medio de la verificación
a través de los sentidos. Este tipo de experiencia
es tomada como modelo en la investigación científica.
Vivencia interna , experiencia que,
de forma similar a la aprehensión inmediata,
tiene lugar para un sujeto individual, si bien, al
no ceñirse a la inmediatez de forma estricta,
alberga un mayor número de experiencias (por
ejemplo, la experiencia de la fe, o las vivencias
místicas)
Existen
otras formas adicionales de clasificar la experiencia,
así se traten de experiencias de carácter
"interno" o "externo", individuales o colectivas o bien
en función de que exista la posibilidad de verificación
de dichas experiencias o no.
Por
otra parte no conviene olvidar que, además de
poseer múltiples significados, el término
experiencia ha ido evolucionando con el tiempo. Autores
como William James o John Dewey han situado el concepto
de experiencia en el centro de su filosofía y,
conscientemente, han propuesto un nuevo modelo más
amplio y complejo, que diese cabida al mayor número
de acepciones como las propuestas anteriormente.
Un
ejemplo que muestra hasta qué punto es problemático
el concepto de experiencia lo podemos ver en el siguiente
problema, que, aunque es ya clásico, ha sido
recientemente popularizado por medio de la película
Matrix, en base a la cual se ha creado en la dirección
de internet http://www.philosophers.co.uk/games/matrix_start.htm
(1)
un programa-simulación que introduce al lector
en el dilema siguiente (expresado ahora tal y como se
expone en la película)
"¿Alguna
vez has tenido un sueño que pareciese muy real?
¿Qué ocurriría si no pudieras despertar
de ese sueño?, ¿cómo distinguirías
el mundo de los sueños de la realidad?"
Un
experimento mental como éste (cuya consideración
¿produce a su vez una experiencia filosófica
en el lector?) suele provocar ciertos ajustes en nuestra
idea habitual de experiencia y mostrar aspectos que
habían pasado desapercibidos hasta entonces,
como por ejemplo la relación entre la experiencia
y la realidad y los medios para relacionar una y otra,
así como cuestiones sobre la o las personas que
tienen una experiencia y aquello que experimentan ¿qué
relaciones se establecen entre unas y otra? ¿Cuáles
de las cinco formas de entender la experiencia del apartado
anterior son aplicables en esta ocasión?
2.2.
Rasgos de la experiencia filosófica
Si
anteriormente hemos caracterizado a la filosofía
como un intento crítico de comprender el mundo
en su totalidad, por experiencia filosófica consideraremos
el peculiar estado mental en el que se realiza dicho
intento y que se caracteriza fundamentalmente por la
admiración y la extrañeza. La admiración
es un elemento fundamental para el filosofar
porque es lo que nos lleva a fijar nuestra mirada sobre
el mundo, hace que éste nos interese y nos resulte
valioso. Así, lo bello, o lo bueno, son ejemplos
de lo que nos llama la atención. El filósofo
que reflexiona en profundidad encuentra, debido a su
admiración, que todo puede ser digno de estudio
y de examen, de contemplación y de sorpresa,
en la medida en que la reflexión le muestra nuevos
aspectos de la realidad:
"Entramos
solos en el mundo con los ojos del ánimo
cerrados, y cuando los abrimos al conocimiento
ya la costumbre de ver las cosas, por maravillosas
que sean, no deja lugar a la admiración.
Por eso los varones sabios se valieron siempre
de la reflexión, imaginándose
llegar de nuevo al mundo, reparando en sus
prodigios, que cada cosa lo es, admirando
sus perfecciones y filosofando artificiosamente.
|
El
Criticón , Baltasar Gracián
|
|
"Que
no se trata (la filosofía) de una
ciencia productiva es evidente ya por los
primeros que filosofaron. Pues los hombres
comienzan y comenzaron siempre a filosofar
movidos por la admiración; al principio
admirados ante los fenómenos sorprendentes
más comunes; luego avanzando poco
a poco y planteándose problemas mayores,
como los cambios de la luna y los relativos
al sol y a las estrellas, y la generación
del universo. Pero el que se plantea un
problema o se admira, reconoce su ignorancia.
(Por eso también el que ama los mitos
es en cierto modo filósofo; pues
el mito se compone de elementos maravillosos).
De suerte que, si filosofaron para huir
de la ignorancia, es claro que buscaban
el saber en vista del conocimiento, y no
por alguna utilidad. Y así lo atestigua
lo ocurrido, pues esta disciplina comenzó
a buscarse cuando ya existían casi
todas las cosas necesarias y las relativas
al descanso y al ornato de la vida. Es,
pues, evidente que no la buscamos por ninguna
otra utilidad, sino que, así como
llamamos hombre libre al que es para sí
mismo y no para otro, así consideramos
a ésta como la única ciencia
libre, pues ésta sola es para sí
misma. Así, pues, todas las ciencias
son más necesarias que ésta;
pero mejor, ninguna."
|
Metafísica
, Aristóteles
|
|
El
que filosofa, por lo tanto, siente admiración
por cuanto le rodea. Pero la admiración por sí
sola no basta. Es necesaria la extrañeza,
la duda , la incertidumbre, la sospecha, la
constatación de que esa realidad que nos llama
tanto la atención, no se explica por sí
misma. No en vano el filósofo es alguien capaz
de ver problemas donde muchos otros lo ven todo claro,
demasiado claro, en ocasiones. La filosofía no
es un salir de dudas, sino al contrario, un entrar en
ellas, en palabras de Fernando Savater, quien critica
una concepción muy extendida de la filosofía
según la cual su función debería
ser indicar con claridad lo que debe hacerse o no, o
despejar los problemas, si es que no es capaz de solucionarlos.
A continuación, y dejando que el lector juzgue
por sí mismo, figuran ambas posturas. En primer
lugar leamos a Savater, quien afirma:
"Todavía
hay quien, de vez en cuando, expresa su
añoranza por una filosofía
"útil para la vida"; esta postura
me parece que encierra un malentendido:
la sabiduría en lo que tiene de lucidez
y crítica va siempre contra la vida;
vivimos a pesar de lo que sabemos, no gracias
a ello. No concibo que el pensamiento facilite
la vida; la arriesga, la compromete, la
zapa en la mayoría de los casos;
quizás por eso sea la forma más
alta de la vida humana que conocemos, porque
es la más antivital, la que nos pone
al borde de perderlo todo sin ofrecer nada
a cambio, salvo horror, soledad o locura."
|
Apología
del sofista , Fernando Savater
|
|
Quien
busca seguridades en la filosofía probablemente
se sentirá decepcionado ante este hecho. Sin
embargo la fertilidad y el valor de la filosofía
es un resultado, esta vez en palabras de Kart Popper,
"de la capacidad de ver nuevos problemas allí
donde nadie los había visto antes y de encontrar
nuevos modos de resolverlos". Curiosamente, en palabras
de Bochenski, es éste mirar con mayor profundidad
lo que facilita, aunque no sea de un modo inmediato,
un modo de vida más humano:
"Nada
es más desatinado que negar el valor
de la filosofía para la vida. Cierto
que el filósofo no siempre importa
mucho para la realidad cotidiana. Su destino,
por lo general, ha consistido en no ser comprendido
sino después de su muerte... El filósofo
no cuenta para las exigencias de la hora y
las necesidades del día. Pero ¿será
esto un defecto? ¿Es que el hombre,
cuando es realmente hombre, no perfora la
pura existencia momentáneaa? En la
medida en que convertimos la actividad del
momento en objeto del saber ¿no corremos
el peligro de rebajar al hombre al nivel del
animal? Quien vive la vida del espíritu,
cualesquiera que sean sus convicciones filosóficas,
sabe que las cosas son de otro modo: la filosofía,
por lo mismo que no se refiere al aquí
y al ahora del momemnto, ni alberga ninguna
intención de inmediata utilidad para
la vida, representa una de las potencias espirituales
mayores que nos preservan de sumirnos en la
barbarie y nos ayudan a seguir siendo hombres
y a serlo cada vez en mayor grado... Por insignificante
que parezca, la filosofía constituye,
sin embargo, una poderosa fuerza histórica."
|
La
filosofía actual, Bochenski
|
|
En
cualquiera de los casos seguimos contando con la admiración
y la extrañeza, que implica duda e incertidumbre
(una incertidumbre que no tiene por qué ser negativa
mientras no convirtamos la certeza absoluta en nuestro
objetivo fundamental). Ahora bien, ¿todo lo que
nos rodea nos produce, o produce en el filósofo,
esas sensaciones? Sin duda no es así, y para
explicar el por qué deberemos distinguir entre
la "experiencia filosófica" y el "problema filosófico".
2.3.
Experiencia filosófica y problemas filosóficos
Tal
y como hemos hablado de la experiencia filosófica
es claro que se trata de una vivencia personal, subjetiva
y que puede variar en función del sujeto que
la experimente. Los problemas filosóficos, por
el contrario, podrían ser calificados de "objetivos",
en el sentido de que son "independientes" de cada uno
de los filósofos particulares (la cuestión
de la objetividad o independencia de dichos problemas
es una cuestión filosófica en la que no
vamos a entrar en este momento). De esta forma, los
problemas filosóficos sobreviven a lo largo del
tiempo y algunos de ellos perviven desde el comienzo
de la filosofía.
Toda
experiencia filosófica, como, por ejemplo, la
angustia ante la muerte, supone un problema filosófico;
sin embargo, no todo problema filosófico conlleva
una experiencia filosófica en quien lo escucha,
lo lee o incluso en quien intenta resolverlo. Si un
árbol produce algún sonido cuando cae
en medio de un bosque aunque nadie lo esté viendo,
o si la mesa sigue existiendo cuando uno sale de la
habitación, por no hablar de la cuestión
de si existen juicios sintéticos a priori o si
el número de verdades de razón es mayor
que el de verdades de hecho (todos ellos problemas filosóficos
técnicos en los que no es necesario entrar en
este momento), son problemas que no suscitarán
la más mínima experiencia filosófica
en muchas personas.
La
experiencia filosófica, por lo tanto, consiste
en problemas filosóficos que hemos interiorizado,
que hemos hecho nuestros y ante los cuales debemos dar
una respuesta. Las experiencias filosóficas suelen
darse en lo que se ha denominado, en palabras de Kart
Jaspers, "situaciones límite", incógnitas
cuya solución exacta está más allá
de nuestro alcance, pero frente a las cuales debemos
responder de una manera u otra. Anteriormente mencionamos
lo bello y lo bueno como ejemplos de objetos de admiración,
como situaciones límite ante las que nos planteamos
¿cuál es su naturaleza? ¿qué
debo hacer ante ellas? Es el caso asimismo de la muerte,
el dolor, la culpa, la necesidad y el anhelo de comunicación.
La pregunta por la naturaleza de la filosofía
es igualmente una pregunta que nos sitúa en el
límite de nuestro conocimiento. Es por ello que
dicha pregunta es filosófica a su vez.
A
pesar de la subjetividad de la experiencia, sin embargo,
hay un rasgo común en las experiencias filosóficas
que parece darnos la clave para distinguirlas, y un
término griego, aletheia , expresa adecuadamente
esa característica común. Aletheia
significa "verdad", ahora bien, esa verdad no
se entiende como una correspondencia entre nuestras
teorías y la realidad, sino como un "desvelamiento",
y es aquí donde está la clave. El desvelamiento
supone un darse cuenta de un aspecto de la realidad
que es fundamental o más básico que el
que hasta el momento habíamos considerado, supone,
en definitiva, constatar que las cosas no son como habíamos
pensado (bien porque por medio de la experiencia filosófica
hemos descubierto un orden subyacente del que no éramos
conscientes o bien, por el contrario, porque hemos constatado
la falsedad del orden que hasta el momento creíamos
ver en la realidad).
El
siguiente texto de F. Waismann se sitúa en esa
misma línea de pensamiento:
"Preguntar
"¿Qué pretende usted en filosofía?"
y responder "Enseñar al ratón
al salir del laberinto" es. Bueno, honor
a quien lo merece, me callo lo que iba a
decir. Excepto quizá esto: hay algo
profundamente emocionante en filosofía,
un hecho que no se entiende con una explicación
negativa. No se trata de "clarificar los
pensamientos", del "uso correcto del lenguaje"
ni cualquier otra condenada cosa por el
estilo. ¿Qué es? La filosofía
es muchas cosas y no hay fórmula
que las abarque todas. Pero si tuviera que
decir con una sola palabra cuál es
el aspecto más esencial, diría
sin ninguna duda: visión. En el corazón
de cualquier filosofía digna de ese
nombre se encuentra una visión a
partir de la cual surge y toma forma. Cuando
digo "visión" quiero decir eso precisamente,
no hago literatura. Lo característico
de la filosofía es horadar esa costra
muerta de tradición y convención,
romper esos grilletes que nos encadenan
a los prejuicios heredados, así como
acceder a un modo de ver las cosas nuevo
y más amplio. Siempre se ha tenido
la sensación de que la filosofía
debería descubrirnos lo oculto. (No
soy insensible a los peligros de tal opinión.)
Sin embargo, de Platón a Moore y
Wittgenstein, todo gran filósofo
se ha orientado por el sentido de la visión.
Sin él nadie habría impreso
una nueva dirección al pensamiento
humano o abierto ventanas sobre lo aún-no-visto.
Aunque pudiese haber sido un buen técnico,
no habría dejado huella en la historia
de las ideas. Lo decisivo es un nuevo modo
de ver, y su secuela, el deseo de transformar
totalmente el escenario intelectual. Esto
es lo esencial, y todo lo demás es
subsidiario.
Al
argumentar a favor de su punto de vista,
el filósofo tendrá que socavar,
casi contra su voluntad, las categorías
y clichés mentales ordinarios, exponiendo
las falacias que subyacen a los puntos de
vista ya establecidos que están atacando.
Y no sólo esto, tiene que ir tan
lejos como sea necesario para poner en tela
de juicio incluso cánones de lo que
es satisfactorio. En este sentido la filosofía
es volver a poner a prueba las normas. En
cada filósofo hay algo de reformador.
Por esta razón, cualquier avance
científico que afecta a las normas
se considera con significado filosófico,
desde Galileo o Einstein o Heisenberg"
|
La
concepción de la filosofía
, Freidrich Waismann
|
|
Por
último, para ejemplificar más claramente
si cabe la diferencia entre experiencia filosófica
y problema filosófico (aunque no olvidemos que
no hay experiencia sin problema) compárense los
libros "101 experiencias filosóficas de la vida
cotidiana", de Roger-Pol Droit, y "101 problemas de
filosofía", de Martin Cohen.
En
el primero de ellos lo que se propone son ejercicios
que el lector puede realizar para que le lleven a un
estado mental determinado en cada caso en el que la
realidad deja de ser lo que era hasta el momento para
descubrir nuevos aspectos insospechados. Su autor nos
propone, por ejemplo, repetir una palabra muchísimas
veces hasta hacer que pierda su significado o rezar
las páginas de un listín telefónico,
experiencias con el sentido, con el propio cuerpo o
con las propias emociones.
El
segundo de los libros presenta una serie de problemas,
tanto clásicos como recientes, agrupados en categorías:
problemas lógicos, dilemas morales, imágenes
paradójicas, etc. (incluido un capítulo
titulado "Doce problemas filosóficos que no le
importan a nadie", en el que figura, por ejemplo, el
problemas planteado por la afirmación "el actual
rey de Francia es calvo"). Este libro, a diferencia
del primero, nos ofrece enigmas tales como las paradojas
de Zenón, la compatibilidad entre la bondad de
Dios y el mal en el mundo o la posibilidad de distinguir
o no entre el sueño y la vigilia.
Dependerá
de las inquietudes de cada uno y de las circunstancias
en las que se encuentre el que estos problemas den pie
a la experiencia filosófica. No todo problema
filosófico da lugar a una experiencia filosófica,
al igual que no siempre que dormimos, soñamos,
pero sin lo primero es imposible lo segundo. Siguiendo
con la metáfora del sueño, podríamos
decir de la filosofía algo parecido. No siempre
filosofamos en todo momento, pero al igual que soñamos
cuando estamos profundamente dormidos, quizá
filosofamos cuando estamos profundamente despiertos.
2.4.
Principales problemas filosóficos
A
lo largo de la historia algunos filósofos han
considerado que ciertos problemas filosóficos
eran en algún sentido o en otro fundamentales,
y que a partir de ellos se derivaban los demás.
Sirva como ejemplo de esto Kant, quien afirma:
"El
campo de la filosofía puede reducirse
a las siguientes preguntas: 1) ¿Qué
puedo saber? 2) ¿Qué debo hacer?
3) ¿Qué me está permitido
esperar? 4) ¿Qué es el hombre?
A la primera pregunta responde la Metafísica;
a la segunda, la Moral; a la tercera, la Religión,
y a la cuarta, la Antropología. Pero,
en el fondo, se podría considerar todo
ello como perteneciente a la Antropología,
pues las tres primeras preguntas se refieren
a la última." |
Crítica
de la Razón Pura , Inmanuel
Kant
|
|
Este
texto muestra la estrecha relación entre los
problemas fundamentales y las distintas ramas de la
filosofía así como la interrelación
de los problemas entre sí. Otros autores elaboran
distintas listas de problemas, y, en ocasiones, como
hace Kant, remiten todos ellos a un único problema
fundamental.
La
serie de problemas filosóficos que presentamos
aquí pretende ser sólo una muestra de
las cuestiones que han sido tratadas por la filosofía
a lo largo de los siglos. Se trata de problemas "clásicos"
frente a los cuales ya los griegos dieron sus propias
respuestas (El orden de presentación, es conveniente
aclarar, no responde a un orden de importancia lógica
o de ningún tipo).
-
El problema del conocimiento. La verdad y la falsedad:
¿Qué
queremos decir cuando decimos que sabemos algo? ¿Hay
distintos tipos de conocimiento? ¿Cuáles
son, si existen, las fuentes del conocimiento? ¿Qué
es la verdad? (y, en oposición, ¿qué
es la falsedad?) ¿Existe un método determinado
que nos permita conocer? ¿Qué relación
guardan nuestras teorías con la realidad?
-
El ser humano y el problema del libre albedrío:
¿Qué
se entiende por "persona"? ¿Existe una "naturaleza
humana"? ¿En qué medida somos fruto de
la educación y de factores externos a nosotros?
¿Qué se entiende por "dignidad humana"?
¿Somos libres para actuar o estamos determinados
de alguna forma? ¿Es compatible el determinismo
con la libertad? ¿Hay distintos tipos de libertad?
Si es así, ¿cuáles son? En caso
de no ser libres ¿somos responsables de nuestros
actos?
-
La existencia de Dios y el problema del mal:
Consideración
de los diversos argumentos a favor de la existencia
de Dios (argumento de la primera causa, ontológico,
argumento del diseño, etc.) o en contra (factores
psicológicos, sociales.etc.). En caso de aceptar
la existencia de Dios (al que se le supone todopoderoso,
omnisciente y bondadoso) ¿cómo se explica
el mal en el mundo? ¿Es atribuible en su totalidad
al ser humano?
-
Problemas en torno a la realidad:
¿En
qué consiste aquello que llamamos "real"? ¿Cuál
es su origen? ¿Qué es lo que conocemos
de la realidad? ¿Cómo nos relacionamos
con la realidad?
-
Cuestiones éticas y morales
¿Qué
es el bien o el mal? ¿Qué es la justicia
y lo justo? ¿A qué debe aspirar el ser
humano? ¿Por qué? ¿Existe un fundamento
de la acción moral? Si es así ¿cuál
pudiera ser? ¿Cuál es el origen de la
conciencia moral? ¿Cómo se relaciona la
moral con otras leyes? ¿Qué papel tienen
o deberían tener a la hora de juzgar una acción
factores como las emociones, los motivos, los fines,
las intenciones, las consecuencias o las circunstancias?
NOTAS
(1)
Recomendamos encarecidamente que se visite esta página
para hacerse una mejor idea del tipo de experimento
mental al que nos referimos. Asimismo, en la página
http://filomatrix.webcindario.com/lafilosofiaymatrix.html
se muestran algunas de las implicaciones filosóficas
de la cuestión y los autores que las han tratado
en el pasado, como Platón, en el famoso mito
de la caverna, Descartes y su duda absoluta o Hilary
Putnam y su hipótesis de los cerebros en cubetas.
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