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3. EL GIRO ANTROPOLÓGICO DEL SABER
En el siglo V a. C. las explicaciones teóricas propias de los presocráticos acerca del mundo y del universo no acaban de satisfacer a los nuevos pensadores, que las miran con cierto escepticismo. El pensamiento cambia de dirección y se centra ahora en el hombre, de ahí el “giro antropológico del saber”. Sócrates, por ejemplo, que probablemente se dedicó a cuestiones relativas a la naturaleza en su juventud, abandonó posteriormente esos temas, afirmando que nada podía aprender de las nubes o de los árboles, pero que era mucho lo que podía aprender de los hombres. Así pues, leemos en la “Apología de Sócrates”, de Platón:
“Por todas partes vengo sin hacer otra cosa que persuadiros a los más jóvenes y a los más viejos de que antes y con más empeño que de vuestros cuerpos os preocupéis de vuestra alma de modo que sea lo mejor posible, y vengo proclamando que la virtud no deriva de la fortuna, sino que, al contrario, de la virtud derivan la fortuna y todos los demás bienes humanos, tanto privados como públicos.” |
Platón, Apología de Sócrates |
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El sofista Protágoras también manifestó su escepticismo hacia la investigación que no está centrada en la persona:
“Acerca de los dioses no me es posible saber ni que existen ni que no existen ni cuál es su aspecto. Y es que los impedimentos para saberlos son muchos: la falta de evidencia y la brevedad de la vida humana.” |
Protágoras |
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Esta afirmación le valió un juicio por impiedad (aunque no niega la existencia de los dioses en ningún momento, sino la imposibilidad del conocimiento). Es precisamente Protágoras quien sitúa de la manera más radical al hombre en el centro a partir del cual entender el mundo:
“El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son, en tanto que son, de las que no son, en tanto que no son” |
Protágoras |
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Incluso el oráculo de Delfos impele a la auto-reflexión con su lema “conócete a ti mismo”.
Este giro antropológico se manifiesta de diversas maneras, de las cuales resaltaremos dos:
A) Por un lado la aparición, en los sofistas, del subjetivismo y relativismo (mientras que Sócrates pretende superar dicho relativismo). Así pues, en los métodos , y, por supuesto, en las conclusiones, sofistas y Sócrates difieren.
B) Por otro lado, y en esto sí hay acuerdo, los temas de discusión son los mismos para ambos; en primer lugar las cuestiones éticas y, en relación con ellas, la cuestión acerca de la posibilidad del conocimiento o las reflexiones acerca del lenguaje y su importancia, etc. La situación política y social era la misma para todos y la que proporcionaba las cuestiones a resolver.
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