1.1. INTRODUCCIÓN
Desde los comienzos
de la humanidad las culturas y los individuos se han
preguntado acerca del Universo, de la Tierra, de los
fenómenos naturales y de su lugar en todo ese
conjunto que es el mundo que nos rodea. Estos INTERROGANTES
los han hecho con una mezcla de CURIOSIDAD Y TEMOR.
Han buscado una explicación, por un lado, por
motivos prácticos muy concretos, porque conocer
las regularidades y las leyes que regulan nuestro entorno,
como por ejemplo la alternancia entre el día
y la noche, o el paso exacto de las estaciones es fundamental
para la agricultura, para la elaboración de calendarios,
para tratar de preveer, en general, lo que pueda suceder
y de esa forma adaptarse mejor a los cambios. Pero,
por otro lado, los seres humanos han buscado una explicación
porque se han reconocido como parte de ese mundo más
grande en el que se encuentran inmersos. ¿Qué
sentido tiene el Universo? ¿Está creado
con una intención determinada? ¿Qué
papel tenemos nosotros en él? ¿Podemos
controlarlo? ¿Ha existido desde siempre? ¿Tendrá
algún final? A estos interrogantes trataron de
dar respuesta los mitos, las religiones y la razón
humana, y todavía hoy se intenta encontrar una
respuesta desde esos tres puntos de partida o presupuestos.
1.2.
LA CONCEPCIÓN DEL UNIVERSO EN LA CULTURA GRIEGA:
A) LA EXPLICACIÓN MITOLÓGICA
Una de las primeras
concepciones del Universo que conocemos procede de los
antiguos mitos de la cultura griega. En ellos encontramos
todo tipo de historias y leyendas fantásticas,
narraciones de héroes y de dioses, así
como semidioses y monstruos, a menudo en luchas y batallas,
y movidos todos ellos (tanto mortales como inmortales)
por sentimientos muy humanos, como el amor, el odio,
la envidia, el orgullo, etc. Algunos de los relatos
de aventuras, como la ODISEA escrita por HOMERO, que
narra el viaje de su protagonista Ulises para regresar
a su hogar, Ítaca, tras luchar en la guerra de
Troya, y las situaciones a las que se enfrenta (contra
los Cíclopes, las sirenas, etc.) son de una riqueza
y fantasía tal que hoy, veintiocho siglos después,
nos sigue asombrando y fascinando.
La mitología,
como hemos dicho, también ofrecía una
explicación del origen del Universo y de su forma,
así como de muchos fenómenos naturales.
Podemos encontrarla, por ejemplo, en la Teogonía,
escrita por Hesíodo, que fue contemporáneo
de Homero. Según la mitología, al principio
sólo existía el Caos, pero más
adelante la Tierra (Gea), que era una diosa, engendró
al Cielo (Urano) y al Mar (Ponto), así como a
otros seres como los titanes, cíclopes, gigantes,
etc. Pronto comenzó una lucha por la supremacía
en la que Zeus resultaría vencedor, estableciéndose
así una concepción jerárquica del
Universo con claras divisiones: Tierra-Cielo, Tierra-
Mar o Tierra-infierno.
Los nombres
de los personajes de esa mitología, como Cibeles,
Zeus, Hércules, Mercurio... han pasado a formar
parte de nuestra cultura y son universalmente conocidos.
Los planetas (Mercurio, Venus, La Tierra, Marte, Júpiter,
Saturno, Urano, Neptuno y Plutón), por ejemplo,
tienen nombres de dioses de la mitología griega.
Con respecto a los planetas debemos hacer una aclaración
antes de proseguir, porque a la hora de explicar el
universo sus peculiaridades suponen un problema durante
muchos siglos, como veremos en los siguientes apartados:
Cuando contemplamos los cielos estrellados podemos observar
que la multitud de estrellas se encuentra "fijas",
en la misma posición, las unas con respecto a
las otras. Todas las estrellas giran y se desplazan
a lo largo del día y de la noche (en realidad
somos nosotros quienes estamos girando y tenemos la
impresión de que son las estrellas), pero como
giran todas al unísono, mantienen sus distancias
respectivas y guardan siempre la misma relación
entre ellas. Es gracias a esto que podemos "agruparlas"
en figuras conforme a la forma que nos parece ver en
ellas. Dichas figuras son las constelaciones; en los
cielos vemos leones, osos, personajes mitológicos
y todo tipo de formas que, por otro lado, nos ayudan
a identificar las estrellas concretas y permiten que
nuestra vista se oriente y pueda seguir un patron entre
las miles de estrellas que se pueden apreciar. Ahora
bien, los planetas (que a simple vista son puntos luminosos
muy parecidos a las estrellas, aunque no parpadean como
ellas) tienen la peculiaridad de que no se mueven de
la misma forma que las estrellas. En lugar de girar
a lo largo del día, atraviesan el firmamento
en un viaje que dura meses siguiendo una trayectoria
distinta cada uno. Además, en ocasiones se desplazan
más deprisa o más despacio, en relación
a las estrellas que sirven de "fondo", o bien
parecen detenerse, y algunos incluso se detienen y comienzan
a moverse hacia atrás para luego volver a retomar
su dirección habitual. No sin razón la
palabra "planeta" significa "errante";
ya desde la antigüedad se constató, acertadamente,
que los planetas y las estrellas eran objetos radicalmente
diferentes. El problema del movimiento de los planetas,
junto con otros como la predicción de los eclipses,
seguirá siendo objeto de polémica durante
más de 1500 años.
A continuación
veremos cuáles fueron las teorías racionales
que trataron de explicar el universo, partiendo todas
ellas de la suposición, naturalmente, de que
el universo se rige por un orden. El movimiento aparentemente
irregular de los planetas supuso un serio problema para
lograr un sistema explicativo claro y racional, pero
siempre se dió por sentado que el caos de algunos
fenómenos podría ser explicado por alguna
ley, razón u orden subyacente más profundo
y fundamental. El término "cósmos"
(del que procede la palabra "cosmética")
significa eso, precisamente, "orden", "armonía".
B)
LOS INTENTOS DE EXPLICACIÓN RACIONAL
Los primeros
en buscar una explicación racional del universo
fueron los filósofos llamados "presocráticos".
Buscaron un principio fundamental y único de
la realidad que en ocasiones atribuyeron a los elementos
tradicionales (al agua, la tierra, el aire o el fuego,
o bien a todos ellos juntos). Un paso más allá
en la explicación fue llevado a cabo por Demócrito,
que separa claramente la cosmología de la religión
y afirma que todo esta formado por átomos (palabra
que significa "individible", "que no
se puede cortar"), innumerables átomos que
se mueven en el vacío (otra idea nada corriente
en su época) y que chocan entre sí. La
forma, tamaño y orden de los átomos explican
la variedad y multiplicidad del Universo. Demócrito,
que vivó alrededor del año 300 a. C.,
como vemos, ofreció una explicación materialista
y mecanicista de la realidad que, aunque permaneció
ignorada durante muchos siglos, fue retomada en el Renacimiento,
cuando conceptos tradicionales como "vacío",
"tiempo" o "movimiento", fueron
revisados.
Las teorías
de Demócrito se refieren, no obstante, al problema
de la composición del mundo en sus constituyentes
más básicos y elementales; ¿cuál
era, sin embargo, la concepción del mundo y del
universo "a gran escala"? Las opiniones al
respecto eran variadas. En primer lugar los griegos
se preguntaron por el problema de la forma de la Tierra
¿es la Tierra finita o infinita? En el caso de
que sea finita ¿Que forma tiene? La concepción
más antigua, en la cultura griega, consideraba
que la Tierra era un disco circular y que toda ella
estaba rodeada por un gran mar-océano, una parte
del cual, el Mediterráneo, penetraba hasta el
centro del disco, donde, pensaban, se encontraba Grecia.
Este mundo presentaba, no obstante, algún que
otro problema, entre ellos los siguientes interrogantes:
si todas las cosas materiales caen hacia abajo ¿Por
qué no sucede lo mismo con la Tierra? ¿Sobre
qué se sostiene? Si el mundo tiene unos límites
¿qué sucede en los bordes, en el "fin
del mundo"?
Más adelante
otros pensadores, como Anaximandro de Mileto, que vivió
en el siglo VI a.C. sugirió que la forma de la
Tierra no era la de un disco plano, sino la de un cilindro
que se curvaba hacia el norte y hacia el sur, pero esta
idea tampoco explicaba todo satisfactoriamente.
Una observación
importante por todos conocida era la siguiente: cuando
un barco se aleja de la costa y supera la línea
del horizonte el casco queda fuera de la vista en primer
lugar mientras que el velamen o el mástil pueden
ser todavía visibles. Este dato es inexplicable
si suponemos que la Tierra es plana. Tampoco se podría
explicar en todos los casos por medio del múndo
cilíndrico de Anaximandro porque este fenómeno
se observaba independientemente de la dirección
en la que se alejase el barco. Tanto si se desplazaba
hacia el norte, como hacia el sur, al este como al oeste,
el casco era el primero en desaparecer. La Tierra, al
parecer, se curvaba en todas sus direcciones.
La primera persona,
por lo que sabemos, que consideró que la forma
de la Tierra es una esfera fue Filolao de Tarento (que
vivió hacia el año 480 a.C. aproximadamente).
Si el mundo es esférico eso suponía que
es finito en extensión pero ilimitado, en el
sentido de que no tiene "bordes", no hay un
"fin del mundo". Esta teoría resolvió
todos los problemas anteriores y alrededor del año
350 a.C. todos los científicos daban por sentado,
sobre una base argumentativa y racional, que la Tierra
es redonda. La concepción popular, sin embargo,
mantuvo las ideas de la Tierra como un disco plano durante
casi 900 años más. Todavía en los
años previos a los viajes de Colón los
marineros consideraban que los barcos podían
"caerse al vacío" al llegar al borde
del mundo.
Eratóstenes
de Cirene, que vivió en el siglo III a.C fue
filósofo, historiador, geógrafo, poeta,
crítico teatral y matemático. Escribió
obras muy variadas, aunque de muchas sólo conservamos
los títulos, que van desde Astronomía,
hasta Sobre la libertad ante el dolor. Eratóstenes
realizó mediciones del tamaño de la Tierra
que, teniendo en cuenta los sencillos recursos de los
que disponía, resultan excelentes. Calculo que
el diámetro de la Tierra es de 40.000 km., el
cual sólo difiere en apenas 100 km. de las mediciones
actuales.
Los intentos
de explicación racional del universo en su conjunto,
no sólo de la Tierra sino de los planetas y sus
movimientos, llevados a cabo por Aristóteles
pertenecen, cronológicamente, al período
de la Grecia antigua, pero dado que la visión
aristotélica fue adoptada con posterioridad por
la Iglesia de forma oficial, la veremos con detalle
en el siguiente apartado. No obstante, antes de pasar
a él debemos señalar que hubo un pensador,
Aristarco de Samos, que ya en la antigüedad afirmó,
en oposición a la opinión del momento,
la teoría heliocéntrica (esto es, que
el Sol, y no la Tierra, está situado en el centro
del universo). Desgraciadamente, sus obras se han perdido,
al parecer, para siempre. ¿Cómo llegó
a esa conclusión? ¿Cuántas otras
maravillas contenían las obras de la antigüedad
que sabemos que existieron pero que no han sobrevivido?
La ciencia avanzó
rápidamente durante la época de los antiguos
griegos para luego decaer y estancarse, según
algunos historiadores, debido a la falta de interés
por la experimentación, que podría haber
resultado un aliciente para la investigación.
Esta falta de interés en los experimentos era
debida, en parte, a que las tareas manuales estaba mal
vistas por los ciudadanos acomodados y libres del mundo
antiguo, ya que normalmente se les asignaba a los esclavos
(¿para qué inventar máquinas que
ahorren esfuerzo -pudieron pensar los griegos- cuando
tenemos esclavos que hacen el trabajo?) Es un ejemplo
que muestra cómo las condiciones sociales influyen
en las ideas científicas y filosóficas
y viceversa.
1.3.
LA IMAGEN DEL UNIVERSO EN LA EDAD MEDIA
Durante la Edad
Media reinó completamente la visión defendida
entonces por el cristianismo y que consiste en la integración
de tres elementos fundamentales. En primer lugar las
teorías de Aristóteles, que vivió
en el siglo III a.C.. En segundo lugar la concepción
del Universo de Ptolomeo, del siglo II d.C., tal y como
aparece en su obra titulada Almagesto, y finalmente,
de las escrituras bíblicas, que si bien no son
esencialmente una descripción del cosmos, si
contienen afirmaciones que apoyan la teoría geocéntrica
(esto es, que la tierra está situada en el centro
del Universo) y, en cualquier caso, constituían
el criterio final con el que se resolvía cualquier
duda o conflicto, ya que las afirmaciones bíblicas
eran incuestionables.
Según
la concepción de Aristóteles todo cuanto
existe se encuentra dentro de una esfera en cuya superficie
interior están fijas las estrellas, y en cuyo
centro está la Tierra. Ésta se encuentra
siempre inmovil, y está formada por los cuatro
elementos (tierra, agua, aire y fuego), que cambian
y se transforman, y por ello, al menos según
la concepción aristotélica, se trata de
un mundo imperfecto. La esfera de las estrellas, por
el contrario, se mueve y gira alrededor de la Tierra
(y como consecuencia todas las estrellas se mueven al
unísono). Entre la Tierra y la esfera de las
estrellas hay otras esferas intermedias, siete, para
ser exactos, como se puede ver en el dibujo, una para
la Luna, otra para el Sol y cinco para cada uno de los
cinco planetas conocidos en tiempos de Aristóteles
(Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno).
|
El universo en la concepción
aristotélica
|
Estos cuerpos
celestes estaban "incrustados" en sus respectivas
esferas. Dichas esferas son cristalinas y están
formadas, en oposición a la Tierra, por una sustancia
llamada éter, que es pura e inalterable; las
esferas intermedias también giran, aunque de
una forma distinta cada una. Es debido a esta diferencia
en el giro (unas más rápidas que otras)
como Aristóteles pretendía explicar el
extraño movimiento de los planetas del que ya
hemos hablado. No obstante, dado que Aristóteles
suponía que el movimiento celeste debería
ser siempre circular y uniforme (sin aceleraciones ni
cambios bruscos), porque este movimiento era considerado
el más perfecto y el apropiado a los cielos,
el movimiento observado de los planetas no queda aclarado
del todo.
Las esferas,
se afirmaba, producían en sus giros, en el roce
mutuo, la denominada "música de las esferas",
la más excelsa de las músicas, pero que
no podíamos oir porque estamos acostumbrados
a ella desde la infancia. Es una hermosa idea, pero
falsa, que trata de integrar la armonía cósmica
con la armonía musical y la armonía matemática
Resaltemos,
antes de continuar, las conclusiones que se derivan
del cosmos aristotélico: el universo se divide
en dos grandes zonas, la Tierra, imperfecta y cambiante,
y los cielos, inmutables y perfectos. Es, en definitiva,
un Universo esférico, jerárquico, finito
y geocéntrico.
|
|
El
movimiento planetario
según la teoría de Ptolomeo
siglo II d. C.
|
Para resolver
las cuestiones relativas al movimiento de los planetas,
el cristianismo adopta también las complicadas
teorías de Ptolomeo, según las cuales
los planetas no están directamente "incrustados"
en las esferas, sino que, como se ve en la imagen, giraban
alrededor de un punto determinado de la esfera, la cual
a su vez, sí que giraba alrededor de la Tierra.
Ptolomeo, pues, imaginaba una combinación de
movimientos circulares que daban origen a que el movimiento
auténtico del planeta fuese algo así como
un bucle o rizo, motivo por el cual desde la Tierra
daba la impresión de que el planeta se detenía
o retrocedía...
Finalmente,
como hemos señalado, las afirmaciones de algunos
textos bíblicos se referían al movimiento
del sol (por ejemplo, en Josue 10:13 podemos leer: "Y
el sol se detuvo y la luna se paró"). Estos
textos fueron usados en apoyo, o como evidencia, de
la hipótesis geocéntrica.
2.
DEL GEOCENTRISMO AL HELIOCENTRISMO: LA REVOLUCIÓN
COPERNICANA:
2.1)
EL HUMANISMO, CAMBIO DE MENTALIDAD
Una nueva visión
surge en Europa entre los siglos XV y XVII, el humanismo,
que buscaba liberar al hombre europeo de la tutela de
la Iglesia católica y su poder y autoridad en
todos los ámbitos, el espiritual, el político
y el cultural, por medio, entre otras cosas, de la introducción
impulsada por Lutero de la libertad para la libre interpretación
personal de los textos bíblicos. La nueva mentalidad
dio lugar a tensiones entre los individuos, las instituciones
e incluso entre naciones y llevó al primer plano
a una nueva clase social, la burguesía urbana,
cuyos intereses primordiales fueron el comercio y la
banca.
Como
consecuencia de esta nueva mentalidad se produjo
una revolución, no sólo en cosmología,
sino en todas las artes y ciencias (literatura,
pintura, escultura, arquitectura, urbanismo...).
Junto con la innovación se dio también
una revalorización de las obras del mundo
griego clásico. Representante de la nueva
forma de ver el mundo es, por ejemplo, Leonardo
da Vinci, el hombre del renacimiento por excelencia,
dedicado a todos los ámbitos artísticos
y culturales: pintor, escultor, ingeniero, inventor,
dibujante y arquitecto. |
|
|
Dibujo
de Leonardo da Vinci
|
El conocimiento
de la geografía terrestre avanzó enormemente
tras el descubrimiento de América por Cristóbal
Colón y más todavía tras la primera
vuelta a la Tierra realizada entre 1519 y 1522 por Fernando
de Magallanes. También contribuyeron al avance
y difusión de los conocimientos los inventos
de la imprenta, la brújula, la pólvora,
el telescopio y el reloj.
Sólo teniendo en cuenta todos estos nuevos modos
de considerar la realidad cósmica, física
y humana por parte del humanismo adquiere pleno significado
la noción de revolución científica
(de la cual la revolución copérnicana
es una parte, la que se refiere al ámbito de
la astronomía), que supuso el comienzo de la
Era Moderna en la historia de Europa.
2.2)
COPÉRNICO, EL PASO DEL GEOCENTRISMO AL HELIOCENTRISMO
El primer
científico de la era moderna en poner en
cuestión la concepción geocéntrica
del Universo fue el polaco Nicolás Copérnico.
Copérnico, por medio
de la construcción de un modelomatemático
más sencillo que
el de Ptolomeo, estableció que era el Sol
el que se situaba en el centro y que sólo
él permanecía inmóvil. La Tierra
y el resto de los planetas giraban en torno al Sol.
La Luna, afirmó Copérnico, gira en
torno a la Tierra pero no en torno al Sol (no directamente,
al menos), por lo que no era un planeta como Mercurio,
Venus, etc., sino que era un "satélite".
|
|
El universo en la concepción
copernicana
|
Las ideas de
Copérnico fueron aceptadas poco a poco, pero
no llegaba a explicar el cosmos en su totalidad ni a
predecir de forma totalmente satisfactoria las posiciones
de los planetas. Ello se debía a que, sin quererlo,
mantenía un prejuicio de los antiguos griegos,
el considerar que las órbitas de los planetas
debían ser circulares porque esa era la forma
más perfecta. Deberemos esperar hasta Kepler
para ver la caída de este dogma.
Copérnico explicó todas sus ideas en un
libro titulado Sobre las revoluciones de las esferas
celestes, que fue publicado el mismo día de su
muerte, en 1543.
Ir a Segunda parte
|