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CUADERNOS DE FILOSOFÍA

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4. LOS FILÓSOFOS PRESOCRÁTICOS
4.1. Filosofía monista

4.1.2. Escuela de Éfeso

 

A) Heráclito

El punto de partida de Heráclito es la comprobación del incesante devenir de las cosas: el mundo es un flujo perpetuo: "No es posible meterse dos veces en el mismo río ni tocar dos veces una sustancia mortal en el mismo estado; a causa de la velocidad del movimiento todo se dispersa y se recompone de nuevo, todo viene y va".

La sustancia que sea principio del mundo (cosmos) debe explicar el incesante devenir de éste con su propia extrema movilidad; Heráclito la identifica con el fuego . Pero puede decirse que en su doctrina el fuego pierde todo carácter corpóreo o físico (es más bien metafísico): es un principio activo, inteligente y creador.

"Este mundo, que es el mismo para todos, no ha sido creado por ninguno de los dioses ni de los hombres, sino que fue siempre, es y será fuego eternamente vivo que se enciende según un orden regular y se apaga según un orden regular".

Heráclito de Éfeso

En su filosofía alcanza por primera vez la investigación filosófica conciencia de su naturaleza y de sus supuestos.

Heráclito se detiene con esmero en el examen de las condiciones que hacen posible la filosofía. La primera consiste en que el hombre se observe a sí mismo : "Yo me he investigado a mí mismo". La investigación dirigida al mundo está condicionada por la luz que el hombre pueda lanzar sobre su propio ser. La investigación interior descubre profundidades infinitas: "No encontrarás los confines del alma, su razón es tanto más prfounda cuanto más te adentres en ella". La investigación interior abre al hombre sucesivas zonas de profundidad, que nunca se agotan: la razón, la ley última del yo, aparece continuamente más allá, en una profundidad cada vez más lejana y al mismo tiempo cada vez más íntima. Pero esta razón, que es la ley del alma, es además ley universal. La segunda y fundamental condición de la investigación es la comunicación entre los hombres . Heráclito plantea constantemente al hombre la alternativa de estar despierto o dormir; entre el abrirse, mediante la investigación, a la comunicación interhumana, que le descubre la auténtica realidad del mundo objetivo; y el encerrarse en su propio pensar aislado, en un mundo ficticio.

"Aunque esta razón existe siempre, los hombres se tornan incapaces de comprenderla, tanto antes de oírla como una vez que la han oído. En efecto, aun cuando todo sucede según esta razón, parecen inexpertos al experimentar con palabras y acciones tales como las que yo describo, cuando distingo cada una según la naturaleza y muestro cómo es; pero a los demás hombres les pasan inadvertidas cuantas cosas hacen despiertos, del mismo modo que les pasan inadvertidas cuantas hacen mientras duermen."

Heráclito de Éfeso

Pero Heráclito ha determinado también cuál es esa ley cuyo significado debe aclarar y profundizar la investigación. Este fue el gran descubrimiento de Heráclito ya a juicio de los antiguos (como Filón). La unidad del principio creador no es una unidad idéntica ni excluye la lucha, la discordia, la oposición. Para entender la ley suprema del ser, el logos que lo constituye y gobierna, es preciso unir lo armónico y lo disonante, y darse cuenta de que la unidad surge de todos los opuestos: "La misma cosa son lo vivo y lo muerto, lo despierto y lo dormido, lo joven y lo viejo: ya que cada uno de estos opuestos, al cambiar, es el otro y, a su vez, este otro es, al cambiar, aquél". De la misma manera que en la circunferencia cada punto es a la vez principio y fin, tal y como el mismo camino puede ser recorrido hacia arriba y hacia abajo, así todo contraste supone una unidad que constituye el significado vital y racional del contraste mismo: "Lo que es opuesto une y lo que diverge unifica". "La guerra es la norma del mundo y la guerra es la común progenitora y señora de todas las cosas". La unidad propia del mundo es una tensión de este género: no anula, ni concilia, ni supera el contraste, sino que lo hace ser y lo hace entender como contraste.


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© José Sánchez-Cerezo de la Fuente 2004


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