Sueño de un encuentro
presenta un diálogo imaginario entre la escritura
de Nietzsche y la escritura de Borges. La conversación
-leída- va y viene entre algunas de las canciones
compuestas por Nietzsche. En un tiempo y un lugar inciertos,
en un juego onírico de cadencia musical, estas
escrituras -mujeres, tramas de máscaras que no
ocultan ningún rostro- se encuentran.
La representación de Sueño de un encuentro
tuvo lugar el 27 de diciembre de 2001, en la presentación
del número 1 de Instantes y azares, que
se realizó en Un gallo para Esculapio, Uriarte
1795.
Sueño de un encuentro
EPISODIO 2 - La escritura
y los libros
BORGES: De las generaciones
de los textos que hay en la tierra solo habré leído
unos pocos, los que sigo leyendo en la memoria, leyendo
y transformando. Que otros se jacten de las páginas
que han escrito; a mí me enorgullecen las que he
leído. Pienso que las palabras esenciales que me
expresan están en esas hojas que no saben quién
soy, no en las que he escrito. Mejor así.
NIETZSCHE: Mejor así.
Como bien sospechas, las voces de los muertos te dirán
para siempre. Pero háblame de esos libros que has
escrito.
BORGES: Verás, siempre he sentido que mi
destino era, ante todo, un destino literario; es decir,
que me sucederían muchas cosas malas y algunas
cosas buenas. Pero siempre supe que todo eso, a la larga,
se convertiría en palabras, sobre todo las cosas
malas, ya que la felicidad no necesita ser transmutada.
He escrito varios libros, buenos o malos, pero que justifican
el momento en que se escribieron. Como lector de tus libros,
muchas veces he disentido con tus palabras, pero siempre
lograron inquietarme y arrojarme a abismos laberínticos.
NIETZSCHE: La familiaridad
con mis escritos corrompe el gusto. Sencillamente no se
soportan ya otros libros, y menos los filosóficos.
Quien sabe respirar el aire de mis escritos sabe que es
un aire de alturas, un aire fuerte. Es preciso estar hecho
para ese aire, de lo contrario se corre el no pequeño
peligro de resfriarse en él. Cuando me represento
la imagen de un lector perfecto, siempre resulta un monstruo
de coraje y de curiosidad y, además, dúctil,
astuto, cauto, un aventurero y un descubridor nato. Por
lo demás, quien no sepa reír, que no lea
mis libros!!
BORGES: Y ¿qué
hay de los otros lectores, los prudentes y serios que
se mantienen dentro de los confines seguros proporcionados
por los teoremas y las causas?
NIETZSCHE: En el fondo yo hablo únicamente
para los audaces; para quienquiera que alguna vez se haya
lanzado con astutas velas a mares terribles; para los
ebrios de enigmas, cuyas almas son atraídas a todos
los abismos laberínticos; pues ellos, allí
donde pueden adivinar, odian el deducir. ¿Qué
importancia tiene un libro que ni siquiera nos aleja de
todos los libros? [Silencio]
BORGES: [Examina un tomo
que está cerrado sobre la mesa y piensa en voz
alta] Mientras no abrimos un libro, ese libro, literalmente,
geométricamente, es un volumen, una cosa entre
las cosas. Cuando lo abrimos, cuando el libro da con su
lector, ocurre el hecho estético. Y aun para el
mismo lector el mismo libro cambia, ya que cambiamos,
ya que somos (para volver a mi cita predilecta) el río
de Heráclito, quien dijo que el hombre de ayer
no es el hombre de hoy y el de hoy no será el de
mañana. Cambiamos incesantemente y cada lectura
de un libro, cada relectura, cada recuerdo de esa relectura,
renueva el texto. Al igual que yo con tu Zaratustra, el
que lee mis palabras está inventándolas;
las rehace a su imagen.
NIETZSCHE: ¡Y
sin embargo cuántos libros, cuántas letras
ha momificado el hombre a través de siglos de erudición
y taxidermia! Hay libros que son como féretros.
Hay escritores que sólo son eruditos en cosas viejas:
el pasado es su botín. Ellos no son artistas, sino
sepultureros. Viven su vida entre ataúdes y serrín,
y maltratan las palabras hasta matarlas.
BORGES: Es que nos cuesta
admitir que el lenguaje es un hecho estético. Erróneamente
se supone que el lenguaje corresponde a la realidad, a
esa cosa tan misteriosa que llamamos realidad. La verdad
es que el lenguaje es otra cosa. Cada palabra es una obra
poética.
NIETZSCHE: Estoy de acuerdo.
Hace largo tiempo descubrí que el lenguaje no es
la expresión adecuada de todas las realidades.
Con las palabras jamás se llega a la verdad ni
a una expresión adecuada pues, en caso contrario,
no habría tantos lenguajes. Es indeciblemente más
importante cómo se llaman las cosas, antes que
lo que ellas son. Es más: basta con crear nuevos
nombres, para crear a la larga nuevas "cosas".
Yo sólo soy un creador de palabras; pero ¿qué
importan las palabras? ¿qué importo yo?
[La narradora canta. Mientras tanto Borges deja la lectura,
se incorpora con la mirada perdida y se sienta sobre la
mesa, mirando a lo lejos]
El texto completo
puede ser leído en:
http://personales.ciudad.com.ar/f_nietzsche/instantes/borges_nietzsche.htm
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