Nietzsche es un filósofo VITALISTA, es un hombre
que ama la vida y que pretende afirmarla y aceptarla
tal y como es. Considera que las formas de aproximarse
a la vida para comprenderla y captarla (como el lenguaje,
la religión, la ciencia o la filosofía)
han dado una visión deformada de la vida, cuando
no han ido contra ella.
La VIDA se manifiesta como una continuo flujo, como
un instinto espontáneo, una lucha siempre constante
entre diversas fuerzas, por lo que tratar de definirla,
esto es, tratar de decir lo que en la vida hay de constante
e inmutable es precisamente no captarla en su verdadera
realidad. Cada ser vivo, sea el que sea, lleva dentro
de sí la VOLUNTAD DE PODER, que es la fuerza
creadora interna por la que cada ser pretende, no sólo
seguir viviendo, sino ser más.
La cultura humana también es una de las manifestaciones
de la vida, pero Nietzsche encuentra que sólo
la cultura griega es verdaderamente vital. Ello es debido
a que la cultura griega da cabida a la lucha de fuerzas
propia de todo lo vivo y lo hace a través de
la representación de la contraposción
entre los dioses APOLO, dios de la belleza, de la medida
y de la proporción (que se expresa en la escultura,
la pintura y la arquitectura) y DIONISOS, dios del vino
y de la embriaguez, de la exhuberancia (que se expresa
en la música y la danza). Paradójicamente,
es la tragedia griega la que, por haber sintetizado
estos dos elementos, apolíneo y dionisiaco, la
que ha captado verdaderamente lo vital y por lo tanto
supone una genunina afirmación de la vida.
La cultura posterior, por el contrario, ha hecho hincapié
en los aspectos apolíneos en detrimento de los
dionisíacos y por ello constituye una negación
de la vida en un proceso gradual de DECADENCIA que comienza
con Sócrates, y sobre todo con Platón,
y que se extiende a lo largo de la historia de Occidente.
Platón inventa un mundo ideal y perfecto y afirma
que dicho mundo es el realmente verdadero. Con ello,
la abstración, y no la lucha de fuerzas, pasa
a ser el objeto de atención de la cultura. En
adelante se considerará que los conceptos y las
abstracciones pueden captar lo real cuando lo cierto
es que para Nietzsche la única forma de conocer
es la intuición, el conocimiento directo, inmediato
e individual. Sin embargo, los hombres usarán
en adelante palabras y considerarán falsamente
que, por haber una palabra que designa algo, existe
también aquello designado por la palabra.
(Quizá una metáfora nos ayude a comprender
este punto: para Nietzsche la realidad, la vida, es
algo así como un rio, siempre fluyendo y en movimiento.
Nosotros queremos "apresar" la realidad, pero
ésta se nos escurre entre los dedos; así
pues, congelamos el rio y arrancamos trozos helados
de la realidad que sí podemos sostener en nuestras
manos. Esos trozos helados son nuestros nombres, conceptos
y teorías y consideramos que con ellos hemos
captado la realidad, el río que fluye, pero lo
que tenemos ya no es el río, cuya característica
fundamental era el fluir, el continuo movimiento. Nietzsche
afirmaría que lo que debemos hacer, si queremos
verdaderamente conocer es sumergirnos y empaparnos,
no discutir en la orilla acerca de cuál de nuestros
bloques de hielo es mejor).
Según esta concepción, Nietzsche considera
EL CONOCIMIENTO COMO LA MAYOR FABULACIÓN, el
pensar que podemos conocer la realidad objetivamente.
El mundo del que habla la ciencia (formado por conceptos
tales como "esencias", "cosas en-sí",
"leyes inmutables") no se corresponde con
nada en la realidad. De esa forma se está falseando
la realidad. La única manera de "conocer"
el mundo es valorarlo, interpretarlo, esto es, sumergirse
en él y que cada cual nade a su manera, siguiendo
la metáfora anterior.
Nietzsche también criticará la moral tradicional
al mostrar que los conceptos de "bueno" y
"malo", que originariamente significaban "poderoso"
y "débil" respectivamente, conforme
a lo que se denomina "moral de señores",
han sido invertidos a lo largo de la historia y ahora
han pasado a significar lo opuesto. Nietzsche muestra
cómo esta inversión de los valores, o
REBELIÓN DE LOS ESCLAVOS, que sirve para hacer
la existencia del débil más soportable,
es fruto del resentimiento y de la ira de los débiles
hacia los poderosos. Los valores morales tradicionalmente
aceptados, y universalizados por medio de la religión,
tienen, pues, una base inmoral e interesada que Nietzsche
desenmascara.
LA RELIGIÓN, al introducir los sentimientos de
culpa y las virtudes ascéticas y de renunciación
orienta más todavía al hombre hacia ese
mundo "más allá" inexistente
del que ya habló la filosofía platónica.
La religión también es decadencia. Ahora
bien, al identificar el cristianismo Dios y Verdad introduce
la verdad como algo externo, objetivo e independiente
del hombre que se puede conocer (idea que ya hemos criticado).
Esta razón terminará por sustituir a la
fe como medio para conocer esa supuesta verdad objetiva
y lo que descubrirá será que no existe
tal Dios, que no hay un "más allá"
ideal. "DIOS HA MUERTO", afirmará la
razón, y con ello quiere decir que ha dejado
de ser el fundamento del orden moral de la cultura occidental.
El acontecimiento, cuyas consecuencias no serán
asumidas por el mundo de forma inmediata sino paulatinamente,
tiene una enorme importancia, representa un hito en
la historia del hombre. De él se sigue el NIHILISMO,
que, de una manera muy general, significa "negación
de la vida". Ahora bien, Nietzsche distinguió
un nihilismo ACTIVO y un nihilismo PASIVO. En el primero
hay una activa demolición de los viejos ideales
caducos, pero Nietzsche valora de forma positiva este
nihilismo porque la actividad de CREAR VALORES NUEVOS
no es posible si primero no se procede a la destrucción
de los antiguos. Así el nihilismo activo sería
un preparador del terreno al creador de nuevos valores.
En ese sentido alguna vez Nietzsche se reconoció
a sí mismo como nihilista. El nihilismo pasivo,
por el contrario, sería una inmersión
agotada y debilitada en la falta de sentido, sin que
haya ninguna energía que permita prever la superación
de este estado debilitador. La historia de Occidente
es nihilista en este sentido pasivo. Ésta no
es sino la historia de la continuada decadencia de los
valores supremos, que han perdido validez, originándose
así una cultura cansada, a la que le falta la
meta y la respuesta al "¿Por qué?".
Una cultura que contempla cómo los antiguos valores
se han resquebrajado sin que nuevas metas sustituyan
a las antiguas. Al no encontrar un sentido a la vida
humana, ésta aparece como un absurdo.
Pero si Nietzsche adopta el nihilismo positivo, que
destruye los antiguos valores pero con vistas a una
nueva creación, nos queda por saber ¿qué
es lo que se pretende crear? Lo que hay que llevar a
cabo es pensar, a través de la Voluntad de Poder,
en un nuevo hombre, el SUPERHOMBRE que supere y destruya
el modelo de hombre que ha existido hasta la fecha,
y, a partir de ese nuevo hombre surgirán los
nuevos valores. Una última metáfora, la
de las TRES TRANSFORMACIONES DEL ESPÍRITU, nos
ayudará a ver cómo es y ha sido el hombre
y cómo será el superhombre. El hombre,
a lo largo de su evolución, puede ser comparado
en su etapa más primitiva con un camello, que
carga sobre sí el peso de los viejos valores;
más adelante se asemeja a un león, con
fuerza suficiente para liberarse de la carga, pero incapaz
de crear nuevos valores y, finalmente el león
se transforma en un niño, único capaz
de crear nuevos valores. Ese niño es el superhombre:
valora la vida y las virtudes del poderoso: la salud,
el placer, las pasiones, la victoria..., está
más allá del bien y del mal (crea su propio
bien y su propio mal), es fiel a la tierra (no acepta
un "más allá"), se ríe
de los valores tradicionales y vuelve a concentrar en
él lo apolíneo y lo dionisíaco,
vuelve a ser vida y lucha de fuerzas.
Finalmente, Nietzsche introduce la que él considera
su idea más importante, EL ETERNO RETORNO, la
consideración de que el tiempo es circular y,
por consiguiente, todo se repite continuamente, todo
lo que es ha sido ya y volverá a ser un número
infinito de veces. Esta idea, que parece contradecirse
o limitar al menos la voluntad de poder y su proyecto
de superación puede significar, por otro lado,
la afirmación más extrema de la vida:
un decir ¡si! a la vida, con su placer y su dolor,
con su grandeza y su miseria , aunque esta hubiera de
repetirse una y otra vez en idéntica forma: Nietzsche
es un filósofo VITALISTA, es un hombre que ama
la vida y que pretende afirmarla y aceptarla tal y como
es.
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