Jenófanes
nació en Colofón, una colonia jónica
de Asia Menor próxima a la ciudad de Efeso y
también próxima a Mileto, en el año
570 a. C. Al parecer, aunque es un dato no confirmado,
fue discípulo de Anaximandro. A la edad de 25
años, según su propio testimonio, tuvo
que abandonar la ciudad al ser ésta conquistada
por los medos. A partir de ese momento comenzaría
una vida errante y viajera en la que se ganaría
la vida como rapsoda y poeta cantando los versos homéricos
o, más probablemente, sus propias composiciones.
Durante estos viajes Jenófanes tuvo contacto
con otras culturas y gracias a ello desarrolló
como consecuencia un profundo espíritu crítico
que más adelante veremos aplicado en su filosofía.
Sus viajes concluirían
en Sicilia, más concretamente en Elea, ciudad
que, según algunos de los testimonios, él
mismo ayudó a fundar. Parece bastante seguro
afirmar que vivió una vida muy longeva, superior
a los 90 años de edad. Otras datos o anecdotas
que se le atribuyen a Jenófanes son de dudosa
fiabilidad, bien porque los testimonios se contradicen
entre sí o debido a que se trata de anécdotas
muy conocidas que se le atribuían a personajes
distintos y por lo tanto no se sabe a cuál de
dichos personajes corresponde realmente.
Según Diógenes
Laercio Jenófanes escribió 2000 versos
sobre la fundación de Colofón y la colonización
de Elea. Este dato es dudoso, como lo es también
que haya escrito una obra titulada "Sobre la naturaleza",
como hicieron muchos otros presocráticos (el
historiador Burnet lo niega enérgicamente), aunque
sí nos han llegado algunas sentencias sobre el
tema. Los fragmentos que conservamos (que figuran en
el apartado "textos") han sido interpretados
de múltiples maneras, dando algunos estudiosos
importancia a ciertas declaraciones, como las relativas
a la naturaleza del mundo, mientras que otros historiadores
se han centrado en otros aspectos, como las reflexiones
sobre teología. Fruto de estas interpretaciones
la figura de Jenófanes y su posición en
el conjunto de los presocráticos ha oscilado
entre dos polos: por un lado ha sido considerado como
uno más de los filósofos jónicos,
ocupados en la búsqueda del primer principio
o arjé al modo de Tales de Mileto o Anaximandro,
por otro lado ha sido asociado a la escuela eleática,
considerado bien como precursor de la misma o bien directamente
como fundador.
Los temas de los
que se ocupa la filosofía de Jenófanes
son principalmente tres: 1) cuestiones teológicas,
2) la naturaleza y el mundo físico 3) el conocimiento
humano y sus límites.
1) Con respecto
a la teología Jenófanes comienza por realizar
una crítica a los dioses homéricos de
la tradición griega. Estos dioses, afirma Jenófanes,
no son más que una invención humana, creada
a imagen y semejanza del ser humano. Dotados no solamente
de cuerpos, brazos y piernas similares a las del hombre,
los dioses tienen además todos los vicios imaginables.
Son corruptos, mienten, engañan, traicionan,
etc. por lo que en ningún momento deberían
ser usados con fines educativos. En este aspecto Jenófanes
es claramente un moralista preocupado por las posibles
influencias que las creencias tradicionales podían
tener en los modelos de conducta de la juventud. No
olvidemos que los textos de Homero eran parte fundamental
de la educación, no sólo de los jóvenes,
sino de todo el pueblo. La crítica al antropomorfismo
es uno de los frutos de los viajes realizados por Jenófanes
y del espíritu crítico adquirido en ellos,
pues no se limita a señalar una mera semejanza
general entre dioses y humanos, sino que en cada región
del mundo los dioses tienen las características
de los habitantes de la zona :
Chatos, negros:
así ven los etíopes a sus dioses.
De ojos azules y rubios: así ven a sus dioses
los tracios.
Pero si los bueyes y los caballos y leones tuvieran
manos,
manos como las personas, para dibujar, para pintar,
para crear
[una obra de arte,
entonces los caballos pintarían a los dioses
semejantes a los caballos,
[los bueyes
semejantes a bueyes, y a partir de sus figuras crearían
las formas de los cuerpos divinos según su
propia imagen: cada uno
[según la suya.
Frente a estas
divinidades Jenófanes propone la existencia de
un único Dios que no guardaría ningún
parecido con los seres humanos. Este Dios es un precursor
del Ser de Parménides, aunque, de nuevo, a la
hora de precisar las características del Dios
de Jenófanes las interpretaciones difieren. Hay
común acuerdo en atribuirle la inmovilidad, probablemente
debido a que todo cambio, ya sea espacial o de otro
tipo, es visto como una imperfección, mientras
que el Dios de Jenófanes se nos presenta como
un ser supremo y perfecto:
Solamente
un dios es el supremo, único entre dioses y
hombres,
ni en figura ni en pensamiento semejante a los mortales.
Permanece siempre en el mismo lugar, sin movimiento,
y no le conviene emigrar de un lado a otro.
Sin esfuerzo hace vibrar al Todo, sólo por
medio de su saber y querer.
Todo él es ver, todo pensar y planear y todo
él es escuchar.
Por el contrario
falta el acuerdo en lo que se refiere a su corporalidad.
En caso de aceptar la corporeidad cabría discutir
si la forma que adopta es esférica, como hará
Parménides al hablar del Ser o si cabe alguna
otra posibilidad.
2) En lo tocante
a sus opiniones acerca de la naturaleza y de los fenómenos
físicos Jenófanes dedica su atención
a los fenómenos celestes, a cuestiones cosmológicas
y, finalmente, a observaciones geológicas.
Sobre los primeros
afirma que son un producto de la concentración
de "partículas ígneas" o "nubes
en ignición". Esta concepción de
los objetos celestes está en concordancia con
las afirmaciones relativas a la naturaleza del sol,
que es considerado como una "concentración
de fuego que surgía procedente del mar".
Asimismo, el arco iris es también concebido como
una nube.
Por lo que respecta
a las observaciones geológicas, encontramos aquí
a un científico de gran agudeza. Jenófanes
afirmó a partir del hallazgo de fósiles
de peces encontrados en la montaña que la Tierra
debió estar toda cubierta de agua, o, mejor dicho,
de algún tipo de mezcla de la tierra y el agua
como el barro o el fango. A partir de estas observaciones
Jenófanes postuló que todos los seres
vivos proceden del barro, siendo los primeros animales
similares a los peces y surgiendo después los
anfibios. Posteriormente aparecerían los seres
humanos, pero igualmente tendrían su origen en
las criaturas que una vez salieron del fango originario.
En su visión de los fenómenos naturales
Jenófanes concedía primacía al
agua, y concretamente al mar, la mayor agrupación
de agua conocida, al que consideraba la fuente de todos
los rios así como de la lluvia y las nubes.
3) Acerca del
conocimiento humano y de sus límites Jenófanes
realizó avances todavía más importantes
y que están siendo cada vez más valorados.
Los siguientes cuatro versos son en este ámbito
de importancia fundamental:
Ningún
hombre conoció ni conocerá nunca la
verdad sobre
Los dioses y sobre cuantas cosas digo; pues aun cuando
Por azar resultara que dice la verdad completa, sin
embargo no lo sabe.
Sobre todas las cosas no hay más que parecer.
La interpretación
tradicional afirmaba que Jenófanes se limitaba
a expresar meramente la relatividad del conocimiento,
al considerar que éste depende de cada individuo.
No obstante otros estudiosos consideran que, por el
contrario, Jenófanes es el fundador de la teoría
del conocimiento porque en este texto, así como
en otros fragmentos, se establece una teoría
de la verdad: No se trata de que el conocimiento dependa
del sujeto, sino que se está afirmando una concepción
de la verdad como algo objetivo, independiente del sujeto.
La verdad consiste en la correspondencia de aquello
que decimos con la realidad, pero no tenemos ningún
medio para saber cuando dicha correspondencia se da
o no (pero ello no elimina el concepto de "verdad").
Nuestras ideas, por lo tanto, no son más que
intentos más o menos afortunados de expresar
la verdad. Es posible que, con el tiempo (esto se deduce
a partir de otros fragmentos), nuestras ideas se acerquen
más a la verdad, pero estas siguen siendo conjeturas.
En la concepción de Jenófanes, por lo
tanto, además de considerar la verdad como algo
objetivo, se afirma que se trata de algo distinto de
la certeza, entendida ésta como un conocimiento
subjetivo.
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