EL ORIGEN DEL
MARXISMO
La Ilustración
fue el movimiento cultural, político y científico
que en el s. XVIII, plasmó en la teoría
las aspiraciones de los pueblos de Europa en su lucha
política para liberarse del yugo del Antiguo
Régimen, basado en la sociedad estamental, los
privilegios hereditarios y el oscurantismo religioso.
A Kant se le
considera tradicionalmente como el máximo representante
en la filosofía de la Ilustración; y a
la Revolución Francesa, como el punto de no retorno
de las revoluciones liberal-burguesas que acabaron con
el Antiguo Régimen, e instauraron un nuevo orden
político basado en la soberanía popular
y los derechos humanos, lo que ahora conocemos como
democracia.
No obstante,
a las revoluciones burguesas, le siguió un proceso
de industrialización, que alcanzó en el
siglo XIX su punto culminante en Inglaterra, pero que
también tuvo un notable desarrollo en Francia,
Alemania, Bélgica, y en mayor ó menor
medida en todos los países de Europa.
Este desarrollo
industrial que caracterizó el siglo XIX es conocido
como Revolución Industrial, y supuso un punto
de no retorno en el progresivo dominio del ser humano
sobre la naturaleza; dado que por primera vez, la humanidad
era capaz de trabajar sobre la Naturaleza superando
sus limitaciones físicas, y utilizando las propias
fuerzas naturales en su provecho, tales como los combustibles
fósiles (el carbón y luego el petróleo),
la electricidad, etc. proceso que aún continúa
hoy, con la utilización de la electrónica
que hace posible las telecomunicaciones, avances en
medicina, etc.
Sin embargo,
este logro humano tuvo un precio social muy alto. Para
que el desarrollo industrial fuera posible, grandes
masas de campesinos y artesanos fueron desposeídos
de sus escasos medios de producción, y se vieron
forzados a emigrar a las grandes ciudades europeas,
en las cuales estaban las grandes fábricas (Londres,
Manchester, Bruselas, etc.), para allí, trabajar
en dichas fábricas por un mísero salario,
durante 14 ó 16 horas al día, sin prácticamente
ningún derecho social.
Esta situación,
característica del siglo XIX, produjo que todos
aquellos que se veían explotados tan brutalmente,
tomasen conciencia de su situación social, y
comenzaran a organizarse y movilizarse, dando lugar
a uno de los movimientos de masas más característico
de los siglos XIX y XX: el movimiento obrero, que no
dejó de ser en gran medida, el portador de los
ideales democráticos de la Ilustración.
Las doctrinas que daban forma a la conciencia de clase
que los obreros desarrollaron en su lucha, se les conoce
con el nombre general de socialismo.
Pues bien: el
marxismo, es decir, la teoría política
que surgió en las mentes de Marx y Engels, y
que luego fue desarrollada por una infinidad de pensadores
durante los siglos XIX y XX es la teoría socialista
más representativa y más elaborada del
movimiento obrero; la única con una pretensión
científica, de ahí que se la conozca también
como socialismo científico.
El marxismo partió
del contacto de dos intelectuales, Marx y Engels; con
las luchas obreras de su tiempo, de la asunción
de los intereses y aspiraciones del proletariado, aspiración
que consistía de modo general, en la construcción
de una sociedad en la que los medios de producción
(las fábricas, materias primas, etc.) estuvieran
en manos de la sociedad entera y no sólo en las
de una minoría.
Marx y Engels
tomaron como base teórica para su trabajo a tres
"fuentes": la economía clásica
inglesa (Smith, Ricardo); el socialismo francés
(Saint-Simon) y la filosofía clásica alemana
(Hegel, Feuerbach)
Es así
como el marxismo surgió, como resultado de la
convergencia del legado cultural de Occidente (la economía
política clásica inglesa, la filosofía
clásica alemana y las teorías socialistas
francesas) con la experiencia política de las
luchas obreras.
¿QUÉ ES LA TEORÍA MARXISTA?
El reconocimiento
de las relaciones de dominación de capitalistas
sobre obreros asalariados desde el punto de vista de
los dominados, del proletariado; fue el punto de partida
de la elaboración de la teoría político-filosófica
que conocemos como marxismo.
Se trató
de un reconocimiento, una toma de conciencia de una
situación dada que aparece a la conciencia de
los que la reconocen en su práctica social diaria,
en su interacción social, interacción
que reproduce una y otra vez las condiciones y los mecanismos
objetivos que permiten el reconocimiento de dicha situación
de dominación. Dicho reconocimiento ó
percepción de la realidad se da en forma de manifestaciones
de dominación de los propietarios de los medios
de producción sobre los desposeídos; de
modo que estos perciben, de uno u otro modo, que la
capacidad productiva de la sociedad no está al
servicio de la sociedad entera, ó lo que es lo
mismo; que de un modo u otro, los propietarios de los
medios de producción, utilizan su poder sobre
estos medios para dominarlos socialmente, para mantenerlos
en la escasez, independientemente de las posibilidades
productivas de los medios de producción.
Ahora bien, este
reconocimiento sólo es posible desde el punto
de vista de los dominados, que son los únicos
que pueden percibir su situación de tales, y
por tanto reconocerse como dominados, por lo que "ser
marxista" es reconocerse como dominado en una estructura
social dada, a la que llamamos capitalismo, de una determinada
relación de dominación (capital-trabajo
asalariado, imperialismo-países pobres), cuya
irreductibilidad a otros tipos de dominación
(hombres sobre mujeres, blancos sobre negros, etc.)
da continuidad a dicho reconocimiento en sus cambios
de forma (así, por ejemplo, la dominación
de países ricos sobre pobres tiene una continuidad
respecto a la de capitalistas sobre obreros asalariados,
pero no la tiene, en principio, con respecto a la dominación
de hombres sobre mujeres).
Se trata de una
situación que en principio sólo se reconoce
subjetivamente, de forma instintiva, ó si se
quiere intuitiva; siendo la característica definitoria
del marxismo, el hecho de que pasa del reconocimiento
subjetivo, de la percepción de estar dominado,
al conocimiento objetivo de dicha relación de
dominación, la cual, una vez reconocida puede
cambiar de formas (cambio de formas que se da precisamente
por su carácter objetivo), y por tanto también
la forma del reconocimiento puede cambiar, aun cuando
se puede establecer una continuidad que identifique
que la dominación sea una determinada y no otra.
Por una parte
es un reconocimiento, es decir una situación
vivida en la práctica de uno u otro modo, pero
en forma práctica; y por otra, es un reconocimiento
que pasa a un conocimiento de la realidad objetiva que
causa dicho reconocimiento, para así poder ser
reconocida precisamente en su objetividad. En otras
palabras: el marxismo es el proceso de conocimiento
que va del reconocimiento subjetivo de las relaciones
de dominación capital-trabajo asalariado, de
su certeza "moral" por parte de los obreros
asalariados, al conocimiento objetivo de dicha relación
de dominación, como un objeto existente independientemente
de la conciencia, de la subjetividad.
Ahora bien, el
conocimiento y reconocimiento de ser el dominado en
una relación de dominación no puede darse
fuera de la lucha, es decir sin oposición a esa
situación de dominación. Un marxista es
pues, alguien que se reconoce como dominado por el capital,
reconocimiento que solo se da en su lucha contra el
capital, del mismo modo que un teórico del marxismo,
es aquel que se reconoce como dominado a nivel teórico,
"ideológico", por la ideología
que reproduce las relaciones de explotación y
que traban el conocimiento de la realidad de dicha relación.
En otras palabras, que el marxismo es la teoría
científica que investiga la objetividad de relaciones
de dominación capital-trabajo asalariado en todas
sus formas, pero sólo en el interior de dicha
relación, de forma inmanente a la misma, en la
lucha económica, política o teórica
que esa dominación produce como sus manifestaciones;
ó lo que es lo mismo: el marxismo es la ciencia
de la lucha de clases entre el proletariado y la burguesía,
en todas sus formas, económica, política
y teórica (ó ideológica).
El marxismo,
tiene en común con otras doctrinas socialistas,
(e incluso no socialistas, como en el caso de la doctrina
social de la Iglesia), el reconocimiento de una determinada
situación de dominación, la percepción
de la misma, pero le diferencia radicalmente de ellas,
en que para el marxismo, la relación capital-trabajo
asalariado, es una relación objetiva, independiente
de la conciencia que de ella se tenga, mientras que
para los socialismos no marxistas, la dominación
capitalista sólo tiene un carácter subjetivo,
es decir meramente "moral".
Es precisamente, el hecho de que el marxismo se plantee
el conocimiento de una realidad objetiva, material,
fuera de la conciencia, lo que le da su carácter
científico, es decir de conocimiento objetivo,
material; por lo que el marxismo es considerado como
una teoría científica.
Además,
el conocimiento objetivo de las relaciones de dominación
capital-trabajo asalariado, da unidad a las distintas
manifestaciones "perceptibles" de la misma.
En el caso de los socialismos no-marxistas, (como ocurre
con los llamados por Engels "socialismos utópicos",
ó pre-marxistas, pero también con la socialdemocracia
posterior a Lenin, los movimientos socialistas cristianos,
etc.). En este tipo de doctrinas socialistas, la dominación
capital-trabajo asalariado sólo se estudia y
combate en el interior de sus manifestaciones inmediatas,
negando su carácter objetivo.
EL MARXISMO COMO CIENCIA
Ahora bien, si
el marxismo se presenta como una ciencia, ¿con
qué derecho lo hace?
No existe "la
ciencia", sino las ciencias, ó mejor, las
prácticas científicas. Una ciencia no
es un conjunto de conocimientos dados, que se van ensanchando
gracias a la "experimentación empírica",
sino que es un proceso de producción de conocimientos
cuyo criterio de validez consiste en que en su propia
práctica, (la práctica científica)
regenera las condiciones de producción de conocimientos,
y es capaz, tras dicha regeneración de seguir
aportando ideas nuevas, conocimientos nuevos ante nuevas
experiencias.
Es por ello, que no existe una "teoría del
conocimiento", sino que cada práctica científica
es su propia teoría del conocimiento, ó
dicho de otro modo, una teoría del conocimiento
es inmanente y específica para cada ciencia.
Cada práctica científica establece su
propia continuidad y su propia especificidad como ciencia
precisamente en su irreductibilidad a otras prácticas
científicas, y en su capacidad de restablecer
sus propias condiciones de avance en el conocimiento
de una realidad.
Por ello, el
marxismo es una ciencia; precisamente porque sus categorías
permiten reconocer una realidad objetiva (la explotación
del trabajo asalariado) avanzando en su conocimiento,
conocimiento que avanza sólo a condición
de que en la práctica, los dominados se sigan
reconociendo como tales; a condición de que la
relación de dominación sea objetiva, y
en el transcurso de dicha relación de dominación,
que llamamos lucha de clases, los cambios de forma que
ésta toma, los diferentes planos ó niveles
en que esta lucha de clases se da, sean conocidos en
la teoría, y puedan ser referidos a realidades
objetivas que les den unidad.
Lo que le da
al marxismo su carácter específico en
cuanto ciencia, es el hecho de que se valide en la práctica
política de la lucha de clases, sea cual sea
la forma que ésta tome; ó dicho de otro
modo, que se valide en cuanto teoría que permite
conocer las condiciones y los mecanismos de un determinado
tipo de dominación de una parte de la sociedad
sobre otra en el interior de la práctica política
ó ideológica de lucha contra esa dominación;
práctica política y teórica cuyos
resultados son la materia prima de la teoría
marxista.
El marxismo es
la ciencia que estudia las luchas de clases en las sociedades
burguesas en todas sus manifestaciones, estudio del
que también se pueden obtener conocimientos científicos
de otros tipos de sociedades, abriendo el camino al
conocimiento científico de la Historia.
Es por ello,
que es completamente falso pensar que el marxismo "lo
reduce todo a economía", como es completamente
falso decir que Freud "lo reduce todo a sexualidad".
Precisamente todo lo contrario: el marxismo es la teoría
que tiene por objeto una relación de dominación
objetiva, cuyos manifestaciones, y cuya objetividad
se da en diversas prácticas sociales, tanto económicas,
político-jurídicas e ideológicas;
de modo que el marxismo abre la posibilidad de conocer
dichas prácticas en su unidad, unidad dada porque
son determinadas en última instancia por relaciones
"económicas", pero en absoluto reducidas
a ellas.
Del mismo modo, Freud no reducía toda la actividad
psíquica a la sexualidad, sino que abrió
el camino al conocimiento de conflictos psíquicos,
cuyas diversas manifestaciones podían ser relacionadas
entre sí al ser reconocidas como conflictos sexuales,
pero no reducidas a éstos.
Y todo ello,
porque toda práctica "humana" es opaca
a la conciencia, sea práctica económica
(productiva), teórica, sexual, etc. el conocimiento
de las realidades objetivas de cuyas manifestaciones
tenemos conciencia "inmediata", constituye
el objeto mismo de toda ciencia, su razón de
ser.
Así, la
especificidad de la ciencia inaugurada por Marx y Engels,
está en abrir el camino del progresivo conocimiento
de prácticas sociales cuya manifestación
inmediata no coincide con su "esencia", prácticas
sociales (económicas, jurídico-políticas
e ideológicas) que no son transparentes a la
conciencia.
Por su parte,
Freud abrió el camino al conocimiento de la realidad
objetiva de las prácticas sexuales, que tampoco
son transparentes a la conciencia.
Ello no quiere
decir que la lucha de clases del proletariado y sus
aliados sea independiente de otro tipo de luchas (sean
feministas, nacionalistas, anti-racistas), sino precisamente
significa que su relación con otras luchas sólo
puede ser conocida en la teoría, tras haber sido
reconocidas en la práctica política, por
la "intersección en la práctica"
de luchas en principio independientes entre sí.
Es por todo esto,
por lo que el marxismo no es ni por un instante, un
conjunto de proposiciones a la espera de ser validadas
por algún criterio exterior, o a la espera de
ser estudiada para conocer su alcance y su validez en
cuanto conocimiento de la realidad social objetiva,
ó de profecías que debemos creer o no
según nuestra fe en el maestro (Marx), sino que
es una práctica científica que se construye
precisamente con base en el reconocimiento de una realidad
que se percibe subjetivamente por una parte de la sociedad,
y que permite avanzar en el conocimiento de la realidad
social en la medida en que ese reconocimiento subjetivo
se convierte en objetivo, en la práctica de la
lucha contra el capitalismo en el nivel económico,
político e ideológico.
Por ello es un
error mil veces repetido por muchos teóricos
del marxismo, el repetir una y otra vez determinadas
consignas sagradas, cuya validez es muy dudosa, porque
"traban" el conocimiento de la realidad, no
permiten avanzar sobre él. Es por ello, que muchos
marxistas han convertido al marxismo en un discurso
religioso, que, en lugar de permitir un progresivo conocimiento
de su objeto, dan vueltas en un círculo cerrado.
Es también
por ello que debemos leer a Marx y a Engels, etc., en
la medida en que sus textos puedan tener una relación
con situaciones que podamos reconocer, aún cuando
dicho reconocimiento se dé por el conocimiento
del marxismo. De ese modo debemos leer a Marx, Engels,
Lenin, Mao etc., en la medida en que su lectura nos
ayude a comprender situaciones que ya reconocemos "subjetivamente",
que somos capaces de percibir y de las que necesitamos
tener un conocimiento "objetivo"
Decir que Marx
está muerto, anticuado, etc., es una proposición
sólo válida para aquellos para los cuales
la relación de dominación objeto de la
teoría marxista es irreconocible; pero no sólo
irreconocible en la teoría "abstracta",
sino irreconocible en la práctica social cotidiana
"concreta", irreconocible porque no se percibe
porque están situados "fuera" de la
misma, en la situación del dominador, ó
en una situación subordinada a éste, que
no sea la del dominado por el tipo de dominación
específica que el marxismo reconoce, ó
bien porque se está encerrado en el círculo
cerrado de la ideología que impide "ver"
la explotación capitalista.
Por ello, muchos
profesores de economía, filosofía, historia,
derecho, etc., oscilan entre dos extremos: ó
consideran a Marx superado (¿respecto a quién?),
ó lo colman de elogios sin reconocerse en él,
sin ser marxistas.
No se puede juzgar
a Marx fuera del marxismo, como no se puede juzgar nada
en esta vida "desde fuera", todo juicio es
siempre interno al objeto juzgado. Sólo se puede
juzgar a Marx como marxista, bien para criticar las
tesis que nos extravían de nuestro conocimiento
de la realidad social, bien para tomar como "materia
prima" de nuestros análisis aquellos textos
y tesis que tienen relación con situaciones que
vivimos.
"Marx fue
un gran pensador, pero yo no soy marxista" "Marx
fue un pensador válido para su tiempo, pero está
superado"; he ahí dos frases muy problemáticas.
Problemáticas, porque si fue un pensador válido
para su tiempo fue precisamente porque reconoció
como objetiva una realidad que era ya percibida subjetivamente
por millones de obreros en su tiempo. Si lo consideramos
válido para su tiempo y superado, nos vemos forzados
a reconocer que la realidad que reconoció objetivamente,
la explotación capitalista, existió en
su tiempo, pero "ya no existe".
Sin sentido, porque no se le puede reconocer a Marx
ningún mérito teórico si no se
reconoce "en la práctica" la realidad
objeto de su análisis, a menos que consideremos
que la explotación capitalista fue una realidad
que existió en un momento dado, (en el siglo
XIX y principios del XX, por ejemplo), y que "ya
no existe", lo cual sería poco menos que
admitir que ya vivimos en una sociedad sin lucha de
clases, es decir, sin clases, en una sociedad comunista;
cosa que no arriesgo nada si digo que nadie cree.
El reconocimiento
al marxismo, y a sus pensadores de referencia (Marx,
Engels, Lenin y Mao), así como a sus continuadores
(Trotsky, Gramsci, Kautsky, Luxemburgo, etc.) sólo
debe darse en la medida en que reconocemos que la estructura
social capitalista está fundada en la explotación
del trabajo asalariado, en la explotación de
los recursos y la mano de obra de los países
del tercer mundo por parte del capital de los USA y
de los países de la Unión Europea, en
la medida en que reconocemos que vivimos en una sociedad
cuya capacidad productiva está al servicio de
una minoría en detrimento de una mayoría;
en la medida en que somos capaces de percibir que los
medios de producción están separados de
los trabajadores asalariados (precisamente porque son
asalariados), que las poblaciones y los recursos naturales
del tercer mundo son explotados por los países
ricos sin que los resultados de dicha explotación
reviertan en las poblaciones de los países pobres,
que en la sociedad capitalista sólo se genera
riqueza a condición de generar miseria.
El marxismo jamás puede ser un dogma, jamás
puede convertirse en un conjunto de proposiciones cerradas,
acabadas; precisamente porque el marxismo, en cuanto
ciencia, debe estar abierto a nuevas experiencias, a
críticas, a aceptar la obsolescencia de algunas
de sus tesis en provecho de un avance en el conocimiento
de la realidad social.
Pero lo que hay
que rechazar de plano, es la idea de que el marxismo
es una teoría que surgió en la mente de
unos hombres (Marx, Engels, etc.) que "observaron
la sociedad" y sacaron conclusiones. No, el marxismo
es una teoría desarrollada desde dentro de la
lucha política, desde el punto de vista de aquellos
que se vieron inmersos en una situación de subordinación
dentro de la estructura social, y cuya pretensión
era avanzar en el conocimiento de su situación
para así luchar eficazmente contra ella. Los
teóricos del marxismo pretendían que los
trabajadores fueran conscientes de su situación
en la estructura social para avanzar en la lucha por
una sociedad más libre.
Naturalmente,
tenemos la opción y el derecho de elegir, de
acuerdo con nuestra experiencia de la vida social, de
acuerdo con nuestra situación objetiva en la
estructura social, de acuerdo con nuestra percepción
de la realidad social; entre aceptar ó rechazar
el marxismo, porque el marxismo ha puesto y pone desde
hace unos 150 años su contribución en
el conocimiento de la historia de la sociedad en la
que vivimos, pero la historia no la hacen los intelectuales;
sino que son los pueblos los responsables de su historia,
y los intelectuales los que se subordinan a las experiencias
que la Historia nos deja.
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